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Àngels Margarit. “Subur”. Foto  Carme Masia.

Àngels Margarit:

Hasta que el cuerpo aguante

Bailarina, coreógrafa y pedagoga, Àngels Margarit pertenece a la primera generación de creadores de danza contemporánea surgidos a finales de los años 70, cuando España empezaba vivir las dulzuras de la democracia. Hace 25 años creó la compañía Mudances y tras bailar sobre los escenarios de distintos países e impartir cursos y talleres... el cuerpo aún le aguanta. Este 2010 celebra sus bodas de plata con un conjunto de actividades que ofrecen una mirada retrospectiva de su trayectoria profesional.

El jurado ha concedido el Premio Nacional de Danza 2010 en la modalidad de creación por "su trayectoria como creadora de un lenguaje coreográfico y estilo propios que no ha dejado de enriquecer con una constante labor de investigación y por su reconocimiento internacional y por su generosidad en la formación de creadores contemporáneos".

La bailaora Rocío Molina ha recibo el Premio en la modalidad de interpretación.

Entrevista publicada en el Libro Rojo de las Artes Escénicas (octubre 2010)

¿Cómo se presenta este aniversario? Hemos organizado diversas actividades para celebrar estos 25 años de carrera. Del 1 al 21 de noviembre, en el Mercat de las Flors de Barcelona, confluirá todo lo que hemos preparado.

¿Sorpresa? A lo largo del año hemos preparado varios proyectos y, entre otros, podrán verse piezas como Corol.la -uno de los solos más relevantes de mi carrera-, un laboratorio de repertorio y composición sobre la recuperación de Kolbebasar -una pieza minimalista del 87- y una selección de documentales realizados a lo largo de la historia de la compañía.

¿Por qué celebrarlo con una retrospectiva en vez de crear una pieza nueva?  La danza es un patrimonio efímero. Queríamos recuperar y revisar aquella piezas que realizamos durante los 80 y que tuvieron repercusión internacional, pero se vieron poco en España. Éstas siguen resultando actuales, interesantes y conservan su fuerza. Es una manera de cerrar un ciclo para abrir otro.

¿Los inicios fueron un camino de rosas o de espinas? A finales de los 70, se vivió un momento de ebullición social y cultural. Dejábamos atrás una dictadura y había mucho por hacer y ¡tantas cosas que decir! Mi familia siempre me apoyó y, por suerte, nunca me ha faltado trabajo. Ha sido un camino que no sabía que andaría tanto tiempo y por el que sigo caminando, mientras crezco personalmente.

¡Profeta en tierra ajena como tantos otros creadores! De 1985 a 2001, el setenta por ciento de mi actividad profesional, fue posible gracias al apoyo internacional. Esto responde a un momento histórico concreto, pues al finalizar la dictadura, Europa fijó su mirada en España e invitó a creadores de mi generación a certámenes internacionales. Pero el mayor apoyo debería venir de la tierra de origen.

¿Qué espacio ocupa la formación en tu carrera? La compañía es mi prioridad, pero siempre he organizado cursos trimestrales, clases abiertas y talleres. Me interesa compartir mi experiencia y reflexionar sobre la danza. El adiestramiento físico es importante, pero no hay que olvidar que la danza es un lenguaje de creación. Hay que enseñar de dónde viene ese lenguaje y cómo ha evolucionado en el tiempo, para poder situarnos en el presente, igual que se hace con la pintura, la arquitectura o la literatura. 

¿Cómo es la salud de la danza en España? La danza es un patrimonio cultural que disfrutamos muy pocos. Se sigue descuidando el apoyo a la creación propia del país, no se incorporan profesionales en la educación y en las escuelas de danza no existe un equilibro entre la formación física y la educación.

Texto: Mónica Cuende. Fotos: Carme Masia 

Àngels Margarit: hasta que el cuerpo aguante