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Macarena Gómez en Contracuerpo
Macarena Gómez en Contracuerpo

ILUMINAR LA OSCURIDAD

EDUARDO CHAPERO-JACKSON

“Asomarme a la sombra, el dolor y la muerte como polo opuesto de la vida”. Ese fue el motor de Eduardo Chapero-Jackson (Madrid, 1971) en los premiados cortos Contracuerpo, Alumbramiento y The end. Ahora, bajo el elocuente título de A Contraluz, se estrena en salas comerciales ésta trilogía en la que ha configurado un universo tan personal como coherente que se perfila digno heredero de Víctor Erice.

Eduardo Chapero-Jackson nos recibe en las oficinas de Apache Films, una productora de nuevo cuño que dará mucho que hablar, porque bajo sus habitaciones se están gestando los nuevos proyectos de Juan Carlos Fresnadillo, Juan Antonio Bayona, Nacho Vigalondo y él mismo, que opina que son “una generación que si tiene algo en común es el no tener nada en común”.
El cineasta, licenciado en Bellas Artes por la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, concilia la preparación de su primer largometraje (Verbo, un viaje iniciático moderno, nos avanza), con la promoción de A Contraluz, un proyecto pionero que reúne todos sus cortos en pantalla grande. “El corto es un formato tan legítimo como el largo. El símil es fácil: relato corto versus la novela. Ahí están Kafka, Bukowski, Cortázar, Borges… Quiero seguir haciéndolos”, afirma.


¿Por qué decides estrenar los tres cortos juntos en cine?
Los tres forman una obra muy coherente. Y la gente pregunta por ellos porque sólo se ven en festivales. Antes se ponían antes de los largos, pero ese espacio ha sido tomado por los anuncios. Si sale bien el experimento sería bonito que Sánchez Arévalo o David Planell hicieran lo mismo.
Vivimos una revolución de las formas de consumo audiovisual, pero ¿existen prejuicios sobre los formatos?
Sí. Pero los festivales de cortos funcionan muy bien a nivel popular, con ambiente de cine de barrio: abuelos, niños… El corto cae bien. Y la gente tiene poco tiempo. Aunque yo no tengo colgados mis cortos en Youtube porque la calidad de sonido e imagen todavía es muy mala. Nunca pensé hacer un corto sobre la anorexia”, aclara, sobre Contracuerpo, en el que una chica se mete, literalmente, dentro de un maniquí. “Quería escribir algo sobre lo perdidos y atrapados que estamos en el proyecto de lo que uno quiere ser. Lo del maniquí me parecía muy bonito a nivel cinematográfico. Que no haya diálogos tiene que ver con su incomunicación y su desconexión con la realidad. Su identidad está perdida y está intentando crear una nueva. Pero en esa idealización a veces hay belleza, un anhelo místico, extraño, de trascender”.

LUZ-OSCURIDAD

¿Porqué el título de A contraluz?
Los tres cortos tienen en común el deseo de asomarme a la sombra, a lo oscuro, ahí donde está el dolor, los límites de la vida respecto de la muerte. Una luz que viene de la oscuridad. Un aprendizaje que puedes encontrar si miras a las cosas que te son difíciles mirar. Para ver lo que está oculto en una radiografía tienes que mirarla a contraluz. Me parecía poético y sugerente. Y es curioso porque el cine es una proyección de un positivo a contraluz.
También se podría haber titulado A contracorriente, porque rompes muchos tabúes. Sí, aunque el medio ambiente ya no es ningún un tabú, sino una moda peligrosa porque se están generando mensajes esquizofrénicos de empresas nada verdes que lo utilizan para limpiar la cara. Los tres cortos tienen un aspecto social, pero no son cine social. Me interesa mucho vivir la experiencia humana desde dentro al enfrentarse con esos límites.
También hay cierta idea de la fragilidad: del cuerpo, la vida, el medio ambiente, etc… Esa es la intención: llegar a cosas sutiles. Se consigue trabajando mucho y rodeándote de la gente que sabe llegar ahí. El cine es muy militar y a veces es muy difícil que surjan cosas sutiles delante de la cámara.

VIDA-MUERTE

Alumbramiento -una obrita maestra ganadora, entre otros, del premio de la Academia Europea del Cine- muestra las distintas formas que tienen los miembros de una familia de enfrentarse a la muerte de un anciano. “Observé que había muertes que podían ser mejoradas. Hay mucho miedo, anquilosamiento y cosas que no fluyen a nivel emocional. Se infantiliza mucho al que va a morir”, cuenta. “Lo llamé Alumbramiento porque la muerte que vi parecía un parto, la gestación de algo donde toda la familia converge… pero en vez de un comienzo es de un final. Y es igual de importante”.
Son obras muy visuales, sin diálogos. ¿Se está perdiendo la esencia del lenguaje cinematográfico?
El cine de ahora es teatro filmado, pero pocas veces se utiliza el medio en sí. Y es una pena. Los primeros cineastas lo utilizaban mucho más. El cine que más me gusta respeta el misterio, la síntesis, la poesía de la imagen. Y cómo crear toda una experiencia con eso.
¿Qué autores y obras te han influido?
El espíritu de la colmena es mi película favorita. Mi padre me llevaba de pequeñito a los Alphaville a ver películas de arte y ensayo que no entendía pero me impactaban mucho. Me acuerdo de Jacques Tati, Buster Keaton… Kubrick me impresiona todavía. Berlanga y Buñuel me parecen genios. Y últimamente Mulholland Drive.

PRINCIPIO-FINAL
The end –“un western futurista” dice-, cierra la trilogía. “Un tema era el del agua, pero lo que me interesaba era ver cómo podemos volver al salvaje oeste. Quería hacer un paralelo de la sequia del medio ambiente con la sequia del ser humano. Lo que le estamos haciendo al planeta nos lo estamos haciendo a nosotros mismos por una inercia que es más fuerte que nosotros y nos lleva a la autodestrucción”, desgrana. “El cartelito que aparecía al final de los western me impactaba mucho. Era como: ¡El fin!”.

A Contraluz se estrena el 26 de junio en los cines de la cadena UGC Ciné Cité a un precio reducido de 3 euros.

Txt: David Bernal.
Foto retrato Eduardo Chapero-Jackson: Sara Zorraquino

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