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Arquitectura Azul

Frank Lloyd Wright sacudió los principios de la arquitectura y creó dogma de fe. Ocurrió en Pensilvania. Era 1937 y el arquitecto terminaba de construir La casa de la Cascada, un inmueble perfectamente integrado en la floresta que inauguraba la Arquitectura Orgánica. Una filosofía constructivista que tenía como objetivo armonizar hábitat y cemento. Mar y asfalto. Wright creó escuela y el arquitecto modernista Le Corbusier dedicó parte de su vida a tratar de conciliar agua y hormigón. “Y en esta fuente de incertidumbre, gracias al agua todo se esclarece…” Aunque desde un punto de vista estético y experimental. Por ejemplo, el lago que envuelve el Edificio de la Asamblea de Chandigarh (India) estimula las sensaciones acuáticas, pero el neopreno y las aletas están definitivamente prohibidas. La auténtica cuadratura del círculo entre arte, naturaleza y ocio fluvial sobrevive en Leça de Palmeiras (Oporto, Portugal). El arquitecto portugués Álvaro Siza proyectó en 1966 dos piscinas públicas sobre las rocas que convergen en el mar. “La relación entre naturaleza y construcción es para mi una especie de obsesión (...) El objetivo consiste en delineargeometría en una imagen orgánica, intentar que los proyectos no desentonen con el paisaje”. De la imaginación a la acción. Las piscinas parecen haber sido esculpidas por el propio efecto del mar y el paso del tiempo. Sólo delimitadas por minimalistas muros de hormigón e interiores de madera oscura que enriquecen la imagen orgánica en ese punto del Atlántico.

Peter Zumthor, Premio Pritzker de este año, emuló el proceso a la inversa e integró el agua en la ladera de un valle. Naturalizó el artificio. Las Termas de Vals (Suiza, 1996) están construidas sobre una montaña y su interior emula el de la tierra, con termas que falsean lagos de agua subterránea dentro de cuevas y perforaciones hacia el exterior que permiten contemplar la belleza del valle en toda su extensión. “Nos guió la fascinación por las cualidades místicas de la montaña, el sonido burbujeante del agua en un mundo de piedra”. El arquitecto australiano John Pauline propuso otra vuelta de tuerca al enigma naturaleza versus ingenio y la ciencia ficción se convirtió en su musa inspiradora para levantar el proyecto estrella de los Juegos Olímpicos de Pekín. El resultado fue el Centro Acuático Nacional, conocido popularmente como El Cubo de Agua por su esqueleto rectangular y sus membranas plásticas poliédricas que permiten el paso de la luz natural y consiguen que el agua de la piscina se refleje en el interior de la estructura. La obra costó más de 75 millones de euros y, después de inspirar los 25 records mundiales registrados en las olimpiadas de 2008, se ha convertido en un centro recreativo y deportivo al alcance de todos los pequineses. “Me interesaba la naturaleza estructural del agua en el estado de burbuja, esa imagen me ayudó a perseguir la luminosidad, transparencia y belleza geométrica”. Y al alcance de todos los bolsillos y de reciente estreno: Les Bains des Docks. Un complejo acuático de 5.000 metros cuadrados diseñado por Jean Nouvel e inspirado en las termas romanas. Saunas, baños de diferentes temperaturas, piscinas, un área de hidromasaje y zonas de aquagym conforman las atmósferas de diferentes texturas y colores diseñadas por el francés. A escasos 1.000 kilómetros de Madrid.

Texto: Rebeca Queimaliños

Foto superiory portada: Les Bains des Docks, de Jean Nouvel. / Foto sumario: Termas de Vals (Suiza) de Peter Zumthor

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