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U23D

Arde celuloide
El futuro del cine digital

En un mundo (casi) digital la existencia de un soporte tan antiguo como el celuloide es algo (casi) anacrónico. ¿Se extinguirá algún día? ¿Por qué domina frente al cine digital? Exhibidores, catedráticos y cineastas como Daniel Sánchez-Arévalo nos dan algunas claves (de futuro) en exclusiva para El Duende.

Oímos música comprimida en mp3: fotografiamos con cámaras digitales: y en casa vemos películas en Blu-ray. Pero, sin embargo, el cine que consumimos en las salas se rueda y proyecta en caro y delicado celuloide. ¿Por qué este retraso? Hipólito Vivar, catedrático de Tecnología de los Medios Audiovisuales de la Universidad Complutense, lo tiene claro. “Porque los intereses de la industria que supone este cambio tecnológico en todos los procesos de creación, producción, distribución y exhibición requieren un desembolso económico que los diferentes actores del sector llevarán a cabo lo más tarde posible”, comenta. “Es un sistema de producción con más de cien años de antigüedad, lo que asegura que los procesos profesionales y rutinas productivas están muy asentados en la industria”. Y prosigue: “El salto ocurrirá cuando el público no acuda a las salas y el sector se resienta económicamente. Cuando la descarga de películas en el ordenador haga replantear a los productores como continuar con su negocio”. El chileno Nicolás López, director de Santos, es más explícito. “Desde hace tiempo la película debería mandarse desde un disco duro a todos los cines. Pero, ¿Cuánto dinero perdería Kodak? Es un negocio muy difícil de desarmar”. Sin embargo, hasta que se produzca el salto definitivo al digital se dan experiencias que conviven en promiscuidad. Hay cineastas como Michael Mann (Collateral) o Julio Medem que ruedan en Alta Definición Digital buscando una estética determinada, pero que luego proyectan en 35 mm. Y viceversa. En ese sentido, Vivar opina que, Lucía y el sexo ha sido mayor hito porque se utilizó como elemento de marketing promocional y la gente comprendió que el cine digital se podía ver como el cine tradicional”. Lo más habitual hoy es, como en Amélie y Mar Adentro, pasar la película de 35 mm a digital para los efectos especiales y ajustes del color en un proceso intermedio llamado Intermediate Digital.

Pero ni los propios creadores, origen del proceso, se ponen de acuerdo. Rodando la fundacional Corazonada, Coppola dijo que el futuro estaba en el video. Pero mientras que David Lynch ha encontrado en esta tecnología la libertad necesaria para sus experimentos, algunos directores jóvenes todavía prefieren el 35 mm. Daniel Sánchez Arévalo, que se dio a conocer en el pionero Notodofilm.es con las obra maestras comprimidas Profilaxis y Express, es uno de ellos. Tras su premiada ópera prima Azuloscurocasinegro, ultima Gordos, ambicioso proyecto que rueda en cinco fases. “Estoy rodando en alta definición porque es más barato, pero no encuentro ninguna razón artística para ello. La única ventaja es un incremento en la libertad, rodar sin la presión del tiempo. La película es cara, hay que ser muy conciso y preciso. En video puedes dejar margen a los actores para alargar las secuencias antes, durante y después, para que surjan esas inesperadas joyas que uno nunca puede imaginar ni escribir”. La opinión de López es bien distinta. “Nunca he rodado en cine y no tengo ningún interés”, dice. Promedio rojo la presenté en el Festival de Cine de Tokio, donde piden películas rodadas en cine, y no se dieron cuenta”.

Sin embargo, el motor del cambio serán los exhibidores. Los datos que nos ofrece Juan Barquín, Director de Marketing y Programación de Kinépolis, son elocuentes. “La recaudación de una copia de Viaje al centro de la Tierra y un concierto de U2 en Digital 3D es siete veces mayor que una en 35 mm”. Jeffrey Katzenberg, presidente ejecutivo de DreamWorks, ha dicho que los estudios estrenarán 2/3 de sus blockbusters en 3D, tecnología en la que Beowulf ha sido pionera. “También es un paso tan grande como en su día el color”, remacha Barquín. En diciembre del 2009, con el estreno de Avatar de James Cameron, habrá un punto de inflexión. Luego vendrá el Tintín de Spielberg, Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton y otros títulos. “Se supone que a partir de Avatar el mercado tiene que estar preparado. En España habrá unas 70 salas”. El cambio, según él, ha sido lento por el coste de los proyectores digitales. “El primero que pusimos en el año 2002 era 16 veces el coste de uno normal. Ahora es cinco veces mayor”. Y que la supervivencia del negocio pasa por “tener las puertas abiertas a una calidad muy superior al estándar doméstico. Será como un fórmula uno frente a un turismo”. Pero el debate sigue abierto. Hipólito Vivar opina que “el salto es tan grande que tardará en producirse”. Sánchez Arévalo que “el video superará la calidad de imagen del celuloide, que quedará para los nostálgicos”. Y Barquín que “el futuro del cine es el 3D, un formato totalmente nuevo”. Hagan sus apuestas.

Txt: David Bernal
Fotograma de la película U23D

Arde celuloide. El futuro del cine digital