<
>

cabecera_XL

xl_en_construccion

Mirando alrededor. Auge documental

 

En la última década todo el cine vive ocupado por los efectos especiales digitales ¿Todo? ¡No! Una aldea de irreductibles realizadores de documentales resiste a la industria de los mundos imposibles. Y la vida no es nada fácil para los legionarios que se empeñan en que este no es sólo un género televisivo.
La pasada década el cine ha vivido una doble revolución: el desarrollo de técnicas que hacen indistinguible la imagen real de la digital, y una vuelta al cine documental. Una vuelta, sí, porque ¿qué eran si no documentales aquellas breves piezas de los hermanos Lumière?
Dialogamos con dos personas que han transformado la manera en que realizadores y espectadores se relacionan con este género. Jordi Balló, director del Master en Documental de Creación de la Universidad Pompeu i Fabra y con Antonio Delgado, director del festival Documentamadrid, que ya va por su quinta edición.
Ambos coinciden en que el documental ha experimentado un auge evidente. Para Delgado “nos hemos acercado a la normalización, estábamos muy atrasados con respecto a países como Francia, sufríamos un déficit de producción y exhibición”. Jordi Balló puntualiza que “no ha sido un desarrollo planificado ni auspiciado por la industria, sino que ha respondido a retos creativos”.
A pesar de que, como con la ficción, los grandes éxitos siguen siendo producciones extranjeras (Michael Moore, Capturing the Friedmans, Ser y Tener...) los documentalistas españoles gozan de gran prestigio internacional, como demuestran los múltiples premios de El Cielo Gira (Mercedes Álvarez) o del fallecido Joaquín Jordá, que, nos recuerda Balló, “en Cahiers reconocen ahora que habían pasado por alto un autor fundamental”.
Este momento dulce se manifiesta en el incremento de producciones y de espectadores. Delgado lo ha percibido mejor que nadie gracias al festival; “cuando empezamos en el 2004 sólo había un festival en nuestro país, ahora hay siete u ocho; en esta edición hemos recibido 275 documentales españoles, de los que unos 20 son en 35mm.” Y añade “ocurrirá como con las salas en versión original; costó que se instalaran, y hoy son pocas pero su número es estable”.
Una de las claves para el incremento de producciones ha sido la irrupción del video en las salas de cine, lo que ha permitido abaratar los costes y permitir mayor libertad a los creadores.
La proliferación de documentales españoles y la calidad de sus propuestas debe mucho al Master que dirige Jordi Balló. Allí trabajó Joaquín Jordá y se gestó En Construcción (Jose Luis Guerín), la joya documental española de esta década. Dos profesores extraordinarios para una institución que ha formado a Iñaki/Isaki Lacuesta o Mercedes Álvarez. La intención de Balló “era poner en relación a varias generaciones de artistas y promover la formación de los jóvenes al tiempo que se producían obras de referencia para que la renovación generacional se hiciera al calor de las películas”. Una de sus premisas es que “el documental de autor ha de mezclar de qué se habla con quién lo hace; por eso no se buscan grandes temas ni temas de actualidad, al contrario que muchos documentales americanos, lo que a ellos les ayuda en la promoción y pueden generar fenómenos de taquilla”.
Durante los años noventa la televisión fue la única sostenedora de este género, pero optó por llevarlo hacia el periodismo. Como afirma Antonio Delgado “la televisión pública olvidó su obligación de crear un público para el documental”. En palabras de Balló “al reivindicar una naturaleza distinta al reportaje, el documental de cine se ha ganado un espacio de libertad”.
Una década que ha cambiado nuestra forma de mirar alrededor. De descubrir un mundo fascinante. Como afirma Antonio Delgado “llegará el momento en el que el documental no sea el hermano menor de nadie”.

Texto: Mario Cuesta

Fotos: En construcción de J. L. Guerín

Mirando alrededor. Auge documental