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Renzo Piano, al desnudo

Por Paloma P. Fidalgo

'La arquitectura es un oficio artístico, aunque al mismo tiempo es también un oficio científico; éste es justamente su hecho distintivo'. Son palabras del arquitecto genovés Renzo Piano, y traslucen la complejidad de su innovadora, liviana y luminosa obra, tan orientada a lo social.

Piano saltó a la fama cuando creó, junto con Richard Rogers, el Centro Pompidou de París (1972-76), 48 metros de altura distribuidos en seis plantas inundadas de luz, que se convirtieron en un icono urbano de los años ochenta. De ahí a ser el segundo italiano en recibir, en 1998, el Premio Pritzker (el primero se le concedió a Aldo Rossi en 1990), y a consagrarse como uno de los arquitectos más cotizados del mundo, lo que le ha permitido fundar el Renzo Piano Building Workshop, que emplea a unas 100 personas repartidas en instalaciones ubicadas en París y en un espectacular edificio inmerso en vegetación en un rincón del golfo de Génova, Piano nos ha dejado la huella de decenas de diseños, como la cubierta modular de la fábrica Olivetti en Ivrea, que ideó en 1968; el aeropuerto de Kansai, construido en una aeroísla en la Bahía de Osaka; o el Centro Botín, que recientemente se ha inaugurado en Santander.

La Fundación Arquia lanza ahora el documental Conversaciones con Renzo Piano, disponible aquí , también en versión libro, y que se presentó en la Academia de Cine (Madrid) el pasado 21 de febrero. En él, en formato entrevista con su compañero de profesión Luis Fernández-Galiano, encuentro rodado en su casa - estudio Punta Nave, el arquitecto va desgranando la historia y el sentido de quince de sus proyectos más emblemáticos, ordenados cronológicamente. 

Deja constancia de los valores que cimentan su trabajo, como la sostenibilidad y la integración de las construcciones en el entorno. De su confianza en la intuición, y su voluntad de conceptualizar los espacios y evocar los procesos del trabajo artesanal en sus labor. También su inspiración mediterránea y sus influencias, entre las que se encuentran Franco Albini, Buckminster Fuller o Frei Otto. Y su convencimiento de que la belleza puede contribuir al servicio público.

Renzo Piano, al desnudo