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Cómo hacer superfotos

No enfocar a contraluz, seguir la regla de los tres tercios, aguantar la respiración al hacer clic… A todos nos han contado las clásicas recomendaciones para hacer buenas fotos, pero la cosa no es tan fácil como parece. ¿Cómo inmortalizarnos favorecidos en un selfie? ¿Cómo retratar la Puerta del Sol de manera distinta? ¿De verdad ayudan los filtros de Instagram? Ampliemos los consejos de siempre con otros 2.0 que aplicarnos al disparar la cámara, el smartphone o el palo selfie. El primero, la edición in situ que favorece la nueva gama de ordenadores HP, cómoda y ligera, ideal para llevar el portátil a cuestas en ruta fotográfica.

Editar sobre la marcha

Si algo han permitido las nuevas tecnologías es poder ver las fotos de manera instantánea, durante nuestro work in progress, y reconducir el trabajo si es necesario, sin conformarse nunca con la primera opción y multiplicando las tomas. Y esto no sólo es aplicable a  las cámaras digitales y por supuerto a los teléfonos inteligentes, sino también al ordenador, que nos da la posibilidad de tener una pantalla de mayor tamaño con la que trabajar cómodamente y aplicar los programas de edición de fotografía ya durante la primera fase, la del clic. Habrá quien diga que cargar con el portátil siempre ha sido una pesadilla para la espalda, pero con la nueva gama de portátiles HP no sólo se abre a nuestros ojos un abanico de modelos con pantallas donde revisar las instantáneas a toda resolución, sino que también se nos ofrecen excelentes opciones de privacidad para mantener nuestras fotos a salvo, y son tan ligeros que acaban con cualquier excusa contra meterlos en la mochila y lanzarnos a disparar.

Así, el nuevo HP Elite x2 1013 G3 lleva integrada una pantalla de 13” y refuerzo de privacidad, y con él podemos permanecer conectados largas jornadas; además, se puede manejar como PC y como monitor. Con el HP Envy 13 podemos invertir días enteros enfocando, disparando y chequeando las instantáneas, pues dispone de una autonomía energética de hasta catorce horas, y también huella digital para poder pasearlo sin miedo. El HP Spectre 360 es especialmente ligero, y tampoco le falta acceso con huellas dactilares.

Comerse la cámara

Mirar fijamente a los ojos de alguien, con la cabeza quieta como un busto y los ojos abiertos como platos, no suele ser nuestro gesto más natural. Solemos levantar la barbilla, adoptar ángulos, desviar la mirada… Así que huyamos también de lo impostado al hacernos un selfi. Recurramos al escorzo (a lo red carpet, sin miedo), apoyando además las manos (al menos una) para darle algo que hacer a los brazos. Mantengamos recta la espalda, ladeemos o inclinemos sutilmente la cabeza hacia abajo, y cerremos los párpados para abrirlos despacio, evitando así poner cara de haber visto a un zombie cuando salte el flash. Intentemos no cerrar con fuerza los labios para no transmitir rigidez en la mandíbula, lo ideal es entreabrir la boca o esbozar una sonrisa relajada. Suele ser conveniente, antes de disparar, peinarse un poco y secarse los brillos de sudor. Y por favor, que nadie exclame ‘patata’, a menos que queramos que se nos vean hasta las muelas del juicio.A la hora del volcado, está especialmente indicado para este género fotográfico el HP EliteOne 1000 AiO G2, una gran alternativa para retratos ya que ofrece una calidad de imagen excepcional: el primer All-in-Onecurvo profesional que incluye 34 pulgadas, y además viene con tarjeta gráfica independiente.

Mirar diferente

Hacer una foto con personalidad, sobre todo de monumentos o paisajes archi fotografiados, no es sencillo, hay que redoblar (o triplicar) la creatividad. Antes de disparar, paseemos la mirada. Pensemos si es conveniente un plano más cerrado, concentrado en algún detalle valioso de la imagen, quizá aparentemente irrelevante, como un vaso o un pie. Esto es, juguemos con las apariencias, y no nos conformemos con el primer disparo, que con el teléfono y la cámara digital no cuesta dinero desechar fotos. No vendrá mal moverse en torno a nuestra presa antes de hacerle la foto, explorando todos los planos posibles: lateral, picado o contrapicado (es decir, enfocando desde abajo o desde arriba, respectivamente), e incluso mirar atrás, para contemplar todas las opciones. Además, la fotografía no es sino el arte de regular el caudal de luz, así que también es necesario analizarla, pensando de dónde viene y cómo incide. Tengamos en cuenta que, en las horas centrales del día, es intensa y blanca; en el amanecer y el atardecer, es media y cálida; y en días nublados, es blanca y de bajo contraste. Juguemos con las sombras e incluso reparemos en los reflejos, que pueden contribuir a hacer la foto más original. Si se trata de captar un ambiente, lo ideal es recurrir a planos generales, más abiertos, seleccionando los fondos para que sean neutros o den textura y profundidad, según la foto pida más o menos protagonismo del segundo plano. Cuidemos el encuadre de los elementos, recurriendo a figuras y puntos de atención que dinamicen la foto, y sin recargar la composición en exceso, salvo que quede equilibrada. Recordemos fotografías que nos gusten, imágenes míticas o géneros, como el noir o lo kitch, que le den estilo a nuestra creación. Contrastemos la imagen con blancos y negros o colores complementarios entre sí. En definitiva, incluso en modo turístico, tratemos de evitar disparar al tuntún confiando en la suerte, y esforcémonos por aportar información, contar una historia, transmitir una pequeña narración con el lenguaje de la imagen. Ah, y  para los más trendy, aquellos que no sólo quieran hacer fotos sino atraerlas, se aconseja tener a mano el HP Spectre Folio, no sólo porque su ligereza nos permitirá llevarlo encima para realizar un volcado de imágenes en cualquier momento, sino también por ser el primer portátil del mundo de cuero, y será un imán de teleobjetivos.

 

Adiós, vergüenza

De nuestro grado de implicación en la foto dependerá el éxito. De lo que interactuemos con nuestros protagonistas y la confianza que les inspiremos, del tiempo que nos apostemos ante nuestra creación para pensar el enfoque óptimo. Perdamos la vergüenza, es inversamente proporcional a nuestras posibilidades de triunfar como fotógrafos. Hay estrategias para robar una foto a algún transeúnte, como fingir que apuntamos a otro lado, escondernos, usar teleobjetivos o ir acompañados. No estamos haciendo nada al margen de la ley.

Conocer bien la cámara (no estaría de más invertir algo de tiempo leyendo su manual), mantener limpio el objetivo y apostar por luz natural, son otras fórmulas que ayudarán a captar el instante decisivo. Que el espíritu de Cartier Bresson nos acompañe.

 

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