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  • CINE / INTEMPERIE
  • La huida como necesidad
  • Por Andrés Castaño

El andaluz Benito Zambrano muestra las terribles consecuencias de la Guerra Civil en ‘Intemperie’, su quinto largometraje basado en la novela de título homónimo escrita por Jesús Carrasco. La película narra la España latifundista y rural de la posguerra en la España Vacía, en la zona más árida del sur de Andalucía. Donde los señores y los capataces ejercían su poder de la forma más vil posible, escondiendo las mayores bajezas humanas.

Se trata de un tema recurrente en la historia del cine: la huida. Por lo que la trama adopta las estructura de road movie. Con un Ítaca, reflejado en la ciudad, como ese horizonte, ese destino ansiado, deseado y aparentemente inalcanzable.

Luís Tosar encarna a un pastor en ruta que acoge en su trayecto a un niño que huye del horror que ejerce el capataz de una aldea, fantásticamente interpretado por Luis Callejo. Es de alabar el papel que desarrolla el niño, su mirada fuerte, que mantiene con profesionalidad y la decisión que adopta hasta el final, asumiendo sus consecuencias, lo que supone un éxito indudable del casting.

Zambrano recrea muy bien el clima desolador, la dureza de la naturaleza y la humanidad más despiadada desde una fotografía sincera y franca. Sobrevuela en la película ese “sálvese quien pueda” como si no hubiera posibilidad de elección. Como si el mundo estuviera solo bajo dos categorías.

Conmueve como el pastor muestra su profunda humanidad en el respeto a los muertos. Porque “los muertos se merecen un respeto” aunque no se lo hayan ganado o merecido en vida.

La trama resulta un tanto previsible. Pero no queda deslucida porque muestra diversos caminos que amplían la historia y que la enriquecen. Lo mejor, Tosar y Callejo notables en su trabajo, que bordan su papel.

Zambrano remata la película con un mensaje claro: el perdón, no malgastes tu vida odiando. Quiere cerrar heridas mostrando los precedentes, las situaciones que tiempo atrás fueron. Como queriendo hacer una llamada de atención, para que aquella historia no se repita.

La película vuela, tiene un ritmo trepidante, contiene la tensión, regulándola de manera magistral. Los planos acompañan, acercan al espectador a los personajes. Como queriendo resistirse a esa pasividad de los campesinos, subyugados bajo las órdenes de un cacique. Y entendiendo el miedo a rebelarse, a perderlo todo, al fin seco de la muerte. Zambrano escarba en los rincones más oscuros de la naturaleza humana pero no encontramos por qué más allá del servilismo, de seguir la línea para no ser el siguiente en desaparecer.

Intemperie, nos muestra en seco, a plena luz, los estragos de una época de la que tendríamos que aprender. Observar, reconocer, asimilar y perdonar, para poder pasar página y avanzar como pueblo. Solo ya por esto y por un trabajo de interpretación, de ritmo y de fotografía, merece la pena sumergirse en esta huida.

 

 

CINE / INTEMPERIE: La huida como necesidad