La tercera entrega del canadiense Patrick Watson está a la altura de sus anteriores discos y de sus colaboraciones con The Cinematic Orchestra. Un nivel impuesto por las exigencias de su propio genio. Belleza absolutamente brutal, sin poder apuntar un pero a sus creaciones. Watson y sus músicos habituales tienen la habilidad de concentrar el pop más avanzado con las variaciones más cool del rock y la esencia de las partituras de Erik Satie. Se agradece la coherencia entre música y diseño con el excelente libreto con ilustraciones de Alex Mclean. Mágico, emocionante, bello.

Texto: Mónica Caballero