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Alfredo Sanzol
Resistencia activa

Los dramaturgos que han madurado en España en los últimos lustros son una especie de "juanes palomos" con un pie en lo alternativo y otro en lo comercial, montando textos de su propio cuño con crisis o sin ella. Sin duda, Alfredo Sanzol está a la cabeza de este pelotón, aunque "no me veo como ningún líder", dice. Acaban de concederle el Max al Mejor Autor Teatral por En la luna.

¿Nos felicitas el cumple? Muchísimas felicidades por hacer información cultural de calidad con alegría y ganas de innovar.

Felicidades a ti por tu reciente Max. ¿Sueña un dramaturgo con los premios? Soy un dramaturgo que sueña con hacer obras que conmuevan.

¿Con qué autores españoles de tu generación te quedarías? Me interesan los textos, las obras, el carácter, la inteligencia, la inquietud por buscar nuevas formas, el compromiso con el trabajo, y eso es intergeneracional, quiero decir, que puedo encontrar las mismas similitudes y diferencias con un dramaturgo de mi generación, que con un dramaturgo de generaciones anteriores. No me gusta hacer listas. Son mis compañeros. Eso forma parte de mis gustos íntimos.

De todas las obras que has visto en estos últimos 15 años, quédate con tres. Me quedo con 25, pero la obra en la que siempre pienso es La clase muerta de Kantor, la vi hace veinte años en el Teatro Gayarre, y aún no me he recuperado de la impresión.

Y, ¿de entre tus propios títulos? Cada uno de ellos cuenta algo muy importante para mí. Me dejo la vida haciéndolos aunque intento que no se note. No sé si es para estar orgulloso. Me gusta que la gente los recuerde, eso sí.

Pues quédate con algún actor o actriz. ¿Con alguno? Estamos en un momento pletórico de la interpretación española. Creo que no sabemos lo que tenemos. Aunque yo tenga en el pedestal a Lucía Quintana [su mujer y protagonista de En la luna], claro.

El humor está muy presente en tus textos. El humor es una herramienta para entender la vida, y por eso tiene algo de tabla de salvación, es una manera de reírme de mi seriedad y de mi dolor. Creo que el humor surge del intento imposible y grandioso del hombre por entender la realidad.

Normalmente diriges obras cuyos textos has escrito tú, pero últimamente te has atrevido con dos clásicos de Beckett y Wilde. ¿Hay diferencia entre ambas experiencias? No he tenido sensación de atreverme. Creo que es muchísimo más atrevido, y mucho más arriesgado estrenar un texto propio que hacer un clásico. Aunque cuando dirijo un texto mío intento mirarlo como si no lo hubiese escrito yo.

Dicen que una característica del teatro español de los últimos quince años ha sido la proliferación de salas pequeñas, alternativas. ¿Lo ves así? Sí, es una de las características, entre otras muchas, pero creo que lo más importante, es lo que tienen todas en común: la aparición de toda una generación de artistas con una gran formación en los diferentes campos de las artes escénicas que está produciendo un teatro de gran calidad.

En este tiempo han nacido las redes sociales, aunque en el teatro mantenemos el contacto físico con la gente. ¿Tiene algo de movimiento de resistencia? La resistencia sí que le es propia al teatro, además en el sentido que le da el filósofo Daniel Innerarity de “No hay libertad sin resistencia”. El teatro debe resistir contra todas las limitaciones de cuanto se nos impone como definitivo. El teatro debe servir para sacar al hombre del vacío de la autoconfirmación, la obstinación, el fanatismo y la locura.

¿Tú crees que al gobierno español le gusta el teatro? Gustar, igual le gusta, pero no se le nota.

Texto: Paloma F. Fidalgo. Foto: David Ruano
 

Alfredo Sanzol: resistencia activa