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Chevi Muraday
Veinte años floreciendo
 
Por Paloma F. Fidalgo · FotoMONTAJE del espectáculo marikon, esto acaba de empezar
 
'Te aseguro que es un milagro que una compañía privada de baile sobreviva dos décadas en España', afirma Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza 2006. Hace 20 años que se metió en el jardín de fundar su propia compañía de danza contemporánea Losdedae
 
La compañía celebra el cumpleaños con la reposición de cuatro de sus espectáculos, una exposición de fotos y carteles de sus obras o la edición del libro Esto acaba de empezar, una reivindicación del instinto de supervivencia que ha marcado su trayectoria.
 
Acabáis de representar en el Pavón-Kamikaze Marikón, esto acaba de empezar, con veinte bailarines en el escenario, una banda en directo reinterpretando clásicos del rock… Una fiesta, una celebración que yo quería montar tanto con los bailarines con los que he trabajado en estos años, por ejemplo, Alberto Velasco, como con gente con la que nunca he estado, pero me apetecía que viniera, como Javier Monzón, de la Compañía Nacional de Danza.
 
En parte, era una fiesta de la identidad, porque creo que el espectáculo es fiel reflejo de un denominador común de la compañía que a mí me conmueve mucho, y es que es todos partimos del mismo lugar y vamos al mismo sitio. A todos, Losdedae nos ha hecho crecer mientras hemos defendido lo que hemos querido y queremos hacer, por encima de dificultades.
 
¿Qué destacas de estas dos décadas? Me enorgullezco de los inicios. En 2001, cuando éramos aún una compañía pequeña, asumíamos un riesgo enorme, abordando temas profundos, haciendo propuestas técnicamente muy complejas, y con calidad. Me enternece y me asombra. Además, me gustan muchos espectáculos como Cenizas o En el desierto, por lo dispuestos que he encontrado a los bailarines a sacar al escenario el monstruo que todos llevamos dentro.
 
Qué aburrido eso de buscar siempre la estética. Te he oído decir que tu espectáculo Teresa (ora al alma) os quedó demasiado bonito. Soy amante de lo 'darky', encuentro belleza en el horror. El suicidio me parece de una belleza extrema, y obviamente estamos hablando de algo horroroso. Veo belleza en las pinturas negras de Goya, o en Saturno devorando a un hijo. Durante varios años, los personajes de mis obras han sido muy atormentados. Creo que la danza tiene algo terapéutico para mí.
 
¿Cuántas horas ensayas al día? Llevo bailando desde los 19 años. Ahora tengo 47, y en baile clásico, los bailarines no suelen retirarse más allá de los cuarenta y tantos, pero yo no soy capaz de dejar de bailar. Y eso que mi trabajo necesita mucha energía y concentración, y el cuerpo sufre. Yo ya no lo tengo como antes, aunque nueve o diez horas de ensayo diario no me las quita nadie. Es bueno saber que no agarras el movimiento de igual manera a los veinte que a los cuarenta. 
 
¿Y cómo ha cambiado la danza en estos veinte años? En los ochenta y en los noventa, no voy a decir que hubiera un esplendor, porque en España siempre se ha trabajado en precariedad en comparación con Europa, pero había más posibilidades. Ahora, la danza carece de espacios, puede que Madrid sea la única capital europea sin un teatro especializado en danza, aunque algunos la programen, como los Teatros del Canal o el Teatro Kamikaze. Cerraron el Teatro de Madrid o el Albéniz, predispuestos a programarla. Es algo espeluznante e incomprensible, porque somos dueños de una de las danzas de más tradición, el flamenco. 
 
Y es curioso, porque el baile podría ser un arte popular, todos bailamos… Pero creo que el teatro no convencional o la danza dan la posibilidad de crear línea de pensamiento, de tener criterio. Y creo que eso da miedo. Además, en lo institucional, existe la condena de la rentabilidad, como no tengas un público masivo, como no seas rentable, te eliminan, y eso es muy triste teniendo en cuenta que la Constitución dice que la cultura tiene que estar protegida e impulsada por el Estado. Para colmo, los medios de comunicación han dejado de apostar por la cultura en general, imagínate por las artes escénicas y la danza. 
 
¿Ha habido elitismo a la hora de programar los teatros? Hay muchas compañías que estamos directamente vetadas. Me resulta más fácil bailar fuera de España que en ciertos lugares aquí. He hecho llamadas a directores de teatro que me han dicho que no les interesa mi trabajo, hay cierta élite en la selección de espectáculos, que me parece retrógrada porque no se puede hacer una dirección artística tan personalista. Nunca entenderé, por ejemplo, como una compañía que cumple 20 años en Madrid no ha bailado nunca en el Mercat de las flors de Barcelona.
 
Tú te has lanzado a suplir esa carencia con iniciativas como llevar la danza pueblo a pueblo en un camión. Yo hago crítica desde mi trinchera, que es el escenario. Y sí, para que no falte movimiento en mi ciudad, si no hay espectáculos de danza, en lugar de producir uno, yo produzco dos. Hace años, antes de que surgieran iniciativas independientes del tipo de Microteatro por dinero, nos inventamos un programa que se llamaba Trátame como merezco, para llevar la danza a sitios especiales. Y yo siempre tuve la ilusión de recuperar el espíritu de La Barraca de Lorca, y propusimos a Madrid en Danza ir en camión por pueblos de la Comunidad de Madrid, para bajarnos y bailar, de imprevisto, en las plazas. Fue increíble la recepción, los señores y las señoras mayores iban a vernos, y nos llevaban comida y bebida. 

Chevi Muraday. Veinte años de supervivencia