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Verónica Echegui. FOto: Pablo Albacete

Verónica Echegui

Su descaro conquistó a Bigas Luna, que la lanzó al estrellato con La Juani, uno de esos papeles que marcan una carrera. Ella, lejos de encasillarse, ha buscado otros registros en comedias como 8 Citas o dramas como El menor de los males, La casa de mi padre o El patio de mi cárcel, donde era protagonista absoluta. Pronto la veremos en Verbo, la esperada ópera prima de Eduardo Chapero Jackson, la cinta de acción The cold light of day y lo nuevo de Iciar Bollaín, Vicky Sherpa.

¿Lo del glamour del cine es un cuento chino o la presión existe? Soy consciente de que en el ranking de actriz perfecta uno de los puntos a favor es que tenga mucho estilo, que vaya a la moda, que este siempre maravillosa… Y yo, por mucho que quiera, no tengo mucho estilo (risas). La presión está ahí. No es casualidad que todas queramos estar delgadas y fantásticas. La imagen tiene mucho peso a la hora de que te elijan para una cosa u otra.
¿Qué queda de esa joven descarada que nos conquistó con la Juani? Queda, lo que pasa es que se han ido abriendo otras puertas. Hay mucho de mí en La Juani. Ese punto de locura todavía lo tengo y forma parte de mi esencia.
¿Un drama sobrio como La mitad de Óscar o una comedia pasada de rosca como 8 Citas? Una comedia; es lo que más me gusta, lo menos he hecho y lo que parece más difícil. Me gustan los retos. Nunca siento que lo doy todo. Doy pasos y avanzo, sí, pero sé que me queda mucho. Por eso este trabajo es como una droga: yo sigo enganchada y probando…
¿Crees que es espectador va a entender el conflicto que subyace en La mitad de Óscar? No, no lo creo. Pero eso está muy bien: que dé lugar a diferentes opiniones, que a unos les afecte de una manera y a otros no, que unos lo comprendan y otros no lo entiendan en absoluto y digan “¿qué es esto?”
¿Eres fan de este tipo de cine de autor radical? Sí, porque creo que se acerca más a la vida. Me gusta que me hagan reflexionar, que me impacten, que me den distintos puntos de vista sobre cosas de la vida que igual ni me he planteado. Me gusta que me provoquen. Hay unas películas que son una tomadura de pelo. Pero hay otras en la que no me importa.
¿Algún título y cineasta fetiche? 4 meses, 3 semanas y 2 días me encantó. Y directores, Jaime Rosales me parece que es cabecilla de este tipo de cine en nuestro país.
¿Fue divertido  ser la hija de Bruce Willis en The cold light of day? Sí, aunque no compartimos ningún momento en pantalla. En mi imaginación, preparando el personaje, era una pasada porque todo lo que había visto de él a lo largo de mi vida fue suficiente para imaginármelo de padre. Y a mis amigos les hacía mucha gracia. Me dicen, de broma, “serás hija de Bruce…” y cosas así.
¿Alguna foto de prensa que te haya impactado mucho? No tiene nada de especial, pero durante las revueltas de Egipto vi una foto: salía una plaza, estaban pasando muchas cosas al mismo tiempo y había un hombre gritando cuya expresión era brutal y desgarradora. Luego hay otra que vi hace poco en un periódico inglés en la que se muestra a un perro al que su sueño había prácticamente dejado morir en el patio de su casa. 
Actualmente trabajas con Iciar Bollaín en Vicky Sherpa, basada en la vida de la activista Victoria Subirana, ¿Qué es lo que más te ha fascinado de esta mujer? He hablado con ella dos veces y tiene una luz, una energía y una fuerza vital que desde luego no son de aquí. Irradia mucha creatividad. Tengo la sensación de que es porque vive en Katmandú, donde hay que vivir con muy poquito.

Texto: David Bernal. Foto: Pablo Albacete (Vestido HOSS INTROPIA· 
Cuello de ganchillo PROYECTOMANÍA·  Calzado DIESEL)

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