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Entrevista con María Velasco

“Escritos a escena” es una iniciativa para dar a conocer a nuevos autores. Lo novedoso es que el proceso de creación avanza junto al elenco y el director. una fórmula que se llevó a cabo en la Sala Cuarta Pared y ha adoptado el Centro Dramático Nacional.

Entrevistamos a María Velasco, que participa con su obra La ceremonia de la confusión. Para ella esta fórmula “es la investigación que debería haber en cualquier producción si hubiera tiempo y elasticidad. Es algo que debe hacer el teatro público, debe asumir ciertos riesgos”.

¿Cuál es la diferencia de contar algo desde la dramaturgia, la dirección y la interpretación? Hay tantos Hamletscomo actores lo interpreten. El personaje es un traje pero lleno de libertad. El dramaturgo trabaja para descubrir de qué maneras se puede escribir un mismo contenido. El director puede hacer propuestas muy diferentes con la esencia de un mismo texto.

Además de los dramaturgos, ¿quiénes son para ti unos buenos contadores de historias? Ahora mismo estoy con Médicos del Mundo trabajando con grupos de prostitutas y también he estado con Sanchís Sinisterra en el Nuevo Teatro Fronterizo con inmigrantes. A veces no dominar el idioma aporta una sinceridad brutal, es el uso más primitivo del lenguaje, la crudeza con la que te cuentan algo es difícil alcanzarla cuando eres un escritor leído, es como querer dibujar como un niño cuando ya eres adulto. Es precioso y yo aprendo mucho de esa comunicación.

¿Cuál es tu receta mágica para que una historia enganche? La carpintería teatral ya existe, hay manuales de cómo escribir una obra perfecta. Pero eso no es todo, porque hay veces que son ajenas, frías. Tienes que empatizar, emocionarte. A veces prefiero la imperfección, ese margen de error que es lo humano realmente.

Han dicho que tu obra es autobiográfica. ¿Qué hay de ti en obras como Günter, un destripador en Viena o Perros en danza (que habla sobre la Guerra Civil española)? Yo no puedo escribir de algo que no he pasado antes por mí. Si no me emociona me cuesta mucho contarlo. Intento ponerme en la piel de cada uno de los personajes de la obra. Por ejemplo con Günter, que era un artista que se autolesionaba, he pensado en las veces que he necesitado herirme a mí misma para dejar de pensar en algo que me obsesionaba. Sigue siendo cuestión, más que de autobiografía, de empatía.

¿Y en La ceremonia de la confusión? Con toda la agitación social de ahora, el cuestionamiento de este sistema político… Me pregunté cómo habíamos llegado a esto. Creo que ha habido un adormilamiento desde la transición, se disfrutaron las libertades después del franquismo, pero no sé si hemos sabido conservar ese legado. Yo creo que ya toca enterrarlo y soñar con otra nueva contracultura. La ceremonia de la confusión se sitúa en el entierro de un icono de la movida madrileña. Su novio, un chico muy joven, entiende que tiene que empezar a vivir algo diferente, buscar revulsivos. El final tiene una visión esperanzadora, hay que mirar al futuro.

Texto: Cristina Domínguez. Foto:La ceremonia de la confusión (ensayo) © Marta Vidanes.

La ceremonia de la confusión · Sala Francisco Nieva. Teatro Valle-Inclán · Del 13 al 24 de marzo.

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Entrevista con María Velasco. La ceremonia de la confusión. Hasta el 24 de marzo.