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  • ESCENA
  • Daniel Bianco, en la casa de la Zarzuela
  • Por Raúl Losanez · Foto: retrato de Daniel Bianco por Miguel Ángel Fernández

Algunos no le auguraban un futuro plácido al escenógrafo Daniel Bianco en el Teatro de la Zarzuela, la “nueva casa”, en la que se instaló después de ganar un concurso público en 2015 para sustituir a Paolo Pinamonti. 

Pronto empezó a extenderse el rumor de que el nuevo director pensaba abrir de par en par las ventanas del histórico coliseo para que el aire fresco pudiera llevarse el olor a vetusto que mantenía alejados de aquel espacio a los nuevos creadores y espectadores. Un aroma que seguía embriagando, no obstante, a ese otro público más veterano que, fiel a los gustos y a las formas escénicas del pasado, ocupaba su localidad con una idea exacta e inamovible de cómo quería que se representase cada uno de los títulos que se estrenaban. La guerra entre “tradición” y “renovación”, pues, parecía servida. Y, ciertamente, algún escarceo ha habido por parte de los más intransigentes (afortunadamente los menos) para hacerla estallar desde entonces. Pero andan ya muy lejos de conseguirlo. Perseverante en sus objetivos, Bianco ha logrado remansar las aguas hasta tal punto que hoy ya casi todos parecen entender, y muchos aún defender, sus líneas de actuación. Tanto es así que los abonos se han duplicado en los cuatro años que el argentino lleva al frente de la Zarzuela. Satisfecho con los resultados, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) ha decidido recientemente por eso ampliar su contrato hasta 2023.

Parece que la Zarzuela se ha convertido definitivamente en su casa. Sí; siempre que trabajo en un teatro, considero que es mi casa; y me gusta crear un ambiente familiar en ella. En este momento, desde luego, mi sitio, mi espacio y mi casa están en el Teatro de la Zarzuela. Fíjate en que los ingleses llaman ópera house a sus teatros de ópera. A mí me gusta ese nombre.

Supongo que también querrá que sea la casa de todos los espectadores. Sin duda. En primer lugar, porque esto es un teatro público; por tanto, es un teatro de todos y para todos. Mi trabajo es hacer una temporada plural, y no una temporada con lo que a mí particularmente me gusta. Tengo que abrir los ojos y los oídos para saber qué es lo que la gente quiere. Este es un teatro que históricamente siempre ha estado muy conectado con la ciudad, y hoy esa ciudad es muy diversa. Por eso, hay espectáculos para el público que viene siendo fiel a este género desde hace mucho tiempo y otros para la gente que está descubriendo ahora la zarzuela, o que aún tiene que descubrirla. En cualquier caso, creo que hay que mirar al género desde el siglo XXI, que es en el que estamos hoy; porque la zarzuela ha sido siempre un género pegado a la calle y a la actualidad.

Sin embargo, algunos se llevaban al principio las manos a la cabeza cuando usted hablaba de esa contemporaneidad. Es verdad que ha habido algunos momentos quizá un poco tensos. Pero yo soy una persona muy respetuosa, y siempre trato de sumar, y no de restar. Al final, creo que ese respeto se ha impuesto en todas las partes. Parece que todo el mundo ha empezado a aceptar que puede haber una manera distinta de mirar y de hacer las cosas. Si no fuese así, no existirían Las meninas de Picasso; solo existirían las de Velázquez. ¡Pero la realidad es que Picasso también las pintó!, en otro momento y como él las veía. Si Shakespeare se adapta en todo el mundo de mil maneras distintas, ¿por qué no podemos adaptar el texto de una zarzuela?

Antes hablaba de esos otros públicos que están descubriendo ahora la zarzuela. A ellos, a los más jóvenes, está dedicado su proyecto Zarza. Supongo que estará satisfecho con el éxito que está teniendo. La verdad es que no podemos estar más contentos. Dedicamos el 25% de la programación a la gente joven, y está respondiendo de maravilla. Es gratificante ver cómo empiezan a entender y a valorar la zarzuela, ¡y ellos son los depositarios futuros de todo este patrimonio!

¿Y qué otros retos tiene como director? Otra parte importante de mi programa es precisamente recuperar ese patrimonio musical, que es tan importante y tan amplio en España como el pictórico o el literario. Hace muy pocos días hemos recuperado, por ejemplo, Farinelli, del maestro Bretón. Esta labor no solo tiene que ver con llevar a las tablas algunas espléndidas obras, como sta, que hace muchísimo que no se representaban; hay también una recuperación de las propias partituras que es fundamental. Esto quiere decir que a partir de ahora cualquiera puede ya ejecutar, dirigir o tocar esas obras. Lo importante es seguir trabajando en todo ello sin descanso, y hacer que cada vez sea más la gente que se interese por la zarzuela. 

ESCENA: Daniel Bianco, en la casa de la Zarzuela