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Brett Anderson- Archivo Maraworld-Oscar L. Tejeda

1999

Bye bye brit pop

En el 99 el brit pop daba sus últimos coletazos y los DJ's crecían en el apogeo de su éxito. El cartel del festival da buena cuenta de lo que podría calificarse como el último estertor de toda una época.
Por allí no había pantalones de pitillo pero sí gafapastas y chapas en la chaqueta. Recuerdo que me compré en el mercadillo una camiseta de baloncesto sin mangas y fui tan pichi con ella los tres días, más que nada porque fui tan tonto que me compré la entrada para un solo día con la idea de no alargarme y acabé yendo todos comprando una entrada ¡diaria! A lo mío se le llama ahorrar.
Sobre el escenario, la aparición de Blur defendiendo su último disco defendible, 13, tuvo la contundencia y sabiduría acostumbrada de los de Damon Albarn, aunque nadie podía sospechar por esa época que los británicos, como banda, estaban dando su canto de sirena. En realidad, cuando retumbaron los compases de Girls and boys en la explanada grande, todo el mundo tuvo la impresión de que se había llegado al cenit. El otro punto álgido lo marcó Mercury Rev, que estaba viviendo un momento de esplendor gracias a la publicación de Deserter's Song, un disco que a quien esto escribe le cambió la vida. Sin olvidar la espléndida actuación de Massive Attack. En la misma línea andaban, Ocean Colour Scene, Suede o Hefner, que se convirtió en uno de los exitazos del festival sin que nadie lo esperase. El FIB Heineken siempre ha tenido vocación british.
Ese brit pop que aún dominaba debía ya compartir el cetro con el techno. En el 99, aún existían raves de las de toda la vida y cuando Fantastic Plastic Machine salió a pinchar, el FIB Heineken se vino abajo. También con la habitual actuación de Chemical Brothers, santo y seña del festival cuando toca a su fin. En aquel 99 su personal forma de ser hortera, para qué engañarnos, resultaba de lo más divertida. Y más djs, como Les Rythmes Digitales, o sea, Jacques Lucont antes de ser reclutado por Madonna. Ese año él era Dios y su madre en el ambiente modernillo. Otros que no había que perderse eran los franceses <<rinôçérôse>>, su sonido sofisticado fue de lo mejor del apogeo electrónico.
Recuerdo feliz la actuación de Jon Spencer Blues Explosion, por esos años yo andaba enamorado de Cristina Martínez (pareja en la vida y en la música del de New Hampshire). O la aparición del siempre fantástico Dominique A. Como siempre terminé el festival en la discoteca de al lado, ese lugar que por momentos se asemejaba al infierno. No ligué, en esa época andaba yo demasiado inútilmente enamorado.

Txt: Juan Sardá
Foto: Brett Anderson (Suede) por Archivo Maraworld/Óscar L. Tejeda

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1999. Bye bye brit pop