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2005. Haciendo el agosto

Si tienes que trabajar en pleno verano bajo un calor asfixiante, durante doce horas seguidas y corriendo de aquí para allá, lo normal es que te plantees si realmente merece la pena lo que estás haciendo. Pero en mi caso, hacer una cobertura prácticamente en tiempo real del último FIB Heineken que se celebró en agosto, en lugar de crearme dudas, me ayudó a convencerme definitivamente de que quería dedicar todo mi esfuerzo al periodismo musical. La culpa la tuvieron Nick Cave y Robert Smith. El primero por mostrarme un carisma, una energía y una intensidad que desde entonces no he vuelto a ver sobre un escenario. Y en el caso del líder de The Cure, por algo tan sencillo como recuperar canciones que me acompañaron durante toda mi pubertad, tocarme la fibra sensible con ellas y responderme a una pregunta en la rueda de prensa. Cosas de fan, que como un aficionado más a la música, los periodistas también tenemos. Recuerdo que la rueda de prensa fue una de las más multitudinarias de la historia del festival; la gente se apiñaba por todos los rincones de la carpa y se peleaba por las sillas. Entre los asistentes varios artistas, como Jamie Stewart y Caralee McElroy de Xiu Xiu. Además había mucha gente que trabajaba en los servicios de la zona VIP que se escapó para ver de cerca a Smith una vez más, que ya había estado en Benicàssim con su grupo tres años atrás.

La del 2005 fue la primera edición en la que el porcentaje de público foráneo empezó a ser importante: la organización habló de que casi la mitad de los asistentes eran extranjeros. Eso llevó a postales sorprendentes, como que un grupo por entonces casi desconocido como Kaiser Chiefs diera uno de los conciertos más vibrantes y con más público del escenario Fiberfib.com. Los de Leeds eran ya un fenómeno comercial en Inglaterra, y ante una audiencia en su mayoría de su país se crecieron. Pero casi más relevante que la presencia de extranjeros, fue que ese año los noventa empezaron a ser algo nostálgico en Benicàssim con las actuaciones de Oasis, o Dinosaur Jr. y Lemonheads, dos iconos del rock americano de aquella época que se acababan de reactivar. Dejando de lado aspectos sentimentales, el gran concierto del festival lo dio el dúo finés de electrónica Pan Sonic. Una descarga de tecno angular, ruidista y siniestro a un volumen brutal, hecho con instrumentos que ellos mismos fabrican. Empezaron con cuarenta o cincuenta espectadores y acabaron robando público a los demás escenarios hasta llenar la carpa. El final, lanzando sus aparatos al suelo mientras la gente gritaba eufórica, fue uno de los momentos más rock que recuerdo en el FIB Heineken; curiosamente, protagonizado por un grupo que de rock no tiene nada.

Texto: Carlos Barreiro

En foto Nick Cave por Archivo Maraworld/Liberto Peiró

Foto sumario: Devendra Banhart por Archivo Maraworld/Javier Rosa

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2005. Haciendo el agosto