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Adanowsky

Adanowsky

El amor como obsesión.

A primera vista es un comediante infrecuente, lejano, extravagante, pero trasluce una irremediable dulzura y fragilidad a través de sus descentrados ojos cristalinos. Amador, un personaje obsesionado por el amor y nombre de su último disco, tal vez tenga la culpa de descubrirnos a un nuevo artista que nos toca el corazón. Una entrevista que como el guión de sus universos, nos depara un final sorprendente.

Muchachas llenas de sangre, la destrucción de una estatua gigante con la imagen de Adanowsky, el Ídolo. Unos romanos le arrastran en su ataúd mientras los mariachis tocan la marcha fúnebre. Dos mil personas gritan en la sala, se abalanzan sobre el féretro y lloran. Se escucha un llanto de bebé, de recién nacido. Adanowsky se presenta desnudo cantando. Muere el Ídolo, el sexo, nace Amador.

¿El amor mató al Ídolo? Amador es un personaje totalmente diferente. Decidí cambiar radicalmente de estilo musical. Todos me decían que perdería a mis seguidores. Si haces caso a todas las críticas y opiniones no existes como artista. El Ídolo era decadente, sexual. Amador es un obsesionado del amor, casi místico y espiritual, pero no a lo Enrique Iglesias, nada de amor comercial.

¿No es Amador un paso hacia la madurez personal y artística? He vivido muchas cosas entre El ídolo y Amador. Una historia de amor, viajé por todos los países latinos, me nutrí de mucha música diferente y, después de explorar lo sexual, quería explorar lo emocional. Lo necesitaba. Tenía el corazón cerrado y me dolía.

El amor como concepto totalizador, ¿no se convierte en un gran dictador? De alguna manera. Pero hoy en día el amor se utiliza en películas de Hollywood de forma estúpida y huevona, banal, con falta de profundidad. En el disco quise que no fuera nada comercial. En su creación pensé en una obra que pudiera escuchar en mi casa como cuando escucho el Pink Moon de Nick Drake o Plastic Ono Band de Lennon.

El amor en este trabajo, ¿bebe del pasado o se encamina hacia el futuro? Camina entre el pasado, presente y futuro. Sufre de amor y se siente solo al principio. Después se da cuenta de que el amor es maravilloso; "más allá de la carne, espíritu puro, amor sin fin". Sufre el abandono de su amada y al final del disco se da cuenta de que nunca la amó, "de ti me salve".

George Harrison te enseñó tus primeros acordes y James Brown tus primeros pasos de baile. ¿Quién te enseñó tus primeros pasos en el amar? La primera mujer que amé la conocí en una isla y estaba vestida siempre de rojo. A ella escribí esa canción que se llama Niña Roja.

Es un disco muy personal, una ventana transparente hacia tu intimidad... Es absolutamente íntimo y personal. Rob Coudert (miembro de la banda francesa Phoenix), con quien produzco el disco, me empujó a que tocara todos los instrumentos porque así contendría mi personalidad. También me propuso cantar más agudo, lo que fue una revelación. Es el primer disco donde canto de verdad.

Mencionas a Devendra Banhart como uno de los músicos que te atraen en la actualidad y en este disco incluyes una canción con él...En cada disco tengo un dueto. Me encantaba su música y este disco no estaba lejos de su universo. Mandé un mail con dos demos y esperé más de un mes. Acabó por responderme muy entusiasmado. Ven a Los Ángeles y hacemos lo que quieras. Fui a su casa con mi idea de canción. "Deberías agregarle un puente"- me dijo. Lo hice, fuimos a la terraza y la escribimos. Salió todo fácil y rápido. La grabamos al lado de una chimenea, y se oyen los chasquidos de la leña en la canción. En el puente agregamos veinte voces juntas, psicodélico, que fue una locura mezclar. Hay un ritmo en el tema que lo tomé de un bongo que estaba en la terraza podrido y era exactamente la misma tonalidad de la canción. La lluvia había hecho que tuviera esa afinación. Fue genial.

Amador forma parte de una trilogía. ¿Tienes pensado ese tercer personaje, el tercer acto? ¿Con quién te gustaría colaborar en él? Todo esta planeado. Estoy escribiendo las canciones, de nuevo será totalmente diferente. Sólo yo lo sé, ni siquiera lo sabe mi familia. Colaborar, con Jack White, o si no, hacer cantar a Prince. Quiero un grande. Una vez me crucé con Jack White porque abrimos el show de su grupo The Dead Weather. Es una persona muy simpática, muy alto... Todo es posible.

Con diez años enterraste tu piano igual que matas al Ídolo. ¿Morir para renacer? Como mariposa. Yo enterré el piano porque cuando mi madre lo tocaba se ponía a llorar. No sé si porque no se realizaba o porque le recordaba a su madre. Para mí el piano era símbolo de angustia. Lo toqué, lo enterré y puse un árbol encima para darle vida positiva. Un cerezo. Después tuve otro piano y ya la angustia se me pasó.

¿Cómo serán tus conciertos con este disco? El concierto de Pirineos Sur se llenó y al final desenchufamos las guitarras nos fuimos con el público, y seguimos el concierto allí. Siempre me pongo en el lugar del público y en lo que me hubiera gustado a mí. Hasta los 25 años iba todos los días a un concierto. He visto miles. A Al Green lo vi en París en el Olimpia y fue maravilloso. También fue mágico el de Fleet Foxes. Y Lhasa de Sela (fallecida en enero pasado); tras su concierto, escribí la canción El Muerto Vivo.

Te deseo mucho amor, a ser posible transparente. Yo escribí todo el disco por una actriz. Nunca me creen cuando digo quién es: Scarlett Johansson, con quien estuve bastante tiempo.

¿De verdad? ¿Lo ves? Nadie me cree. Este disco se lo dediqué. Le gustó. Es toda la historia.

Pero al final del disco ya no la amas... No. Es la Niña Roja, un ser humano, como todos.

Texto: Rubén Arribas

Entrevista con Adanowsky. El amor como obsesión