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Daniel Canogar

Daniel Canogar:

Arqueólogo de los media

 

Si hablamos del trabajo de Canogar (Madrid, 1964) todo son parabienes. Sus obras se mueven entre el humanismo y la ciencia, ampliando los horizontes de la fotografía más allá de lo meramente establecido, generando instalaciones y esculturas, y ofreciéndonos un resultado final repleto de incógnitas sobre la simbiosis entre el ser humano y lo tecnológico.

Para nuestra fiesta en papel nos ha propuesto “una instalación con 100 bombillas fundidas colgadas en el espacio, sobre las que se proyectan puntos de luz que se encienden y apagan, como velas de una tarta de cumpleaños que se apagan, y se vuelven a encender con vida”. ¿Las apagamos juntos?

 

Pelín perversos, no podemos evitar preguntarle: si nuestra fiesta culminara con una falla, ¿a quién o qué quemarías? Seguramente me quemaría a mi mismo (risas), pero también en el último momento me perdonaría por mis excesos y me indultaría.

Seamos, a partir de ahora, un poco más serios. ¿Qué relación particular se fragua entre el arte y la tecnología en tus obras? Hay una simbiosis total. Mis obras fundamentalmente intentan plasmar cómo el ser humano se incorpora al ecosistema tecnológico que ha creado, y de esta forma intentar procesar los profundos cambios tecnológicos que han azotado al sujeto en tiempos recientes.

Tus diferentes proyectos generan una interacción constante entre la fotografía y otras disciplinas. ¿Qué hay de positivo en esa “intertextualidad”? Concibo mi trabajo de forma totalmente multidisciplinar. Me es difícil separar la fotografía del vídeo o del cine. Al final, planteo mi trabajo no como algo específicamente fotográfico sino como una investigación en el ámbito de la imagen, sea cual sea su formato final.

¿A qué se deben las vetas de ciencia ficción y ciberpunk que podemos encontrar en tu trabajo? La literatura ciberpunk tuvo gran influencia en mí en los años 80. Fue un género que hizo algo que no se estaba haciendo en ningún otro sitio: intentar visualizar el inmatérico espacio virtual de Internet, darle una topografía específica. Siempre me pareció que en la tecnología digital había un problema importante de visibilidad: no acabamos nunca de ver visualmente cómo funciona un ordenador, o una red digital, es un proceso muy abstracto. El ciberpunk fue quizás el primer género que intentó representar este nuevo espacio social tecnológico. Sin duda, sigue habiendo pinceladas de este género en mi producción actual.

Parece, además, que el ser humano juega un rol ambiguo en tus creaciones. ¿Somos fantasmas o meros restos industriales? Somos fundamentalmente fantasmas tecnológicos. El fantasma tiene una presencia ambigua: parece que está presente, pero realmente no está aquí. Esta ambigüedad es algo que subyace a toda imagen mediática, por lo cual podemos decir que vivimos en un entorno muy fantasmagórico. Me interesa explorar esta frontera equívoca entre lo visible y lo invisible.

¿En qué andas metido actualmente? ¿Por qué “lugares” transitará tu trabajo futuro más inmediato? Estoy preparando una gran instalación para el atrio del Consejo Europeo en Bruselas, con motivo de la Presidencia Española de la Unión Europea, un proyecto que se inaugura a principios del 2010. Estoy también realizando un proyecto permanente para unos puentes peatonales que cruzan el Río Manzanares en Madrid. Son dos proyectos que extienden mi interés por el espacio público como frontera última para la intervención artística.

 

Texto: Inma Flor

Imágenes: en esta noticia, Araña 1, 2008. Fibra óptica, 24 diapositivas, 24 terminales zoom, proyector.
Dimensiones variables. / En sumario: Photosynthetic Rememberance, 2005. Arbol sintético, proyector, fibra óptica, 16 diapositivas, 16 terminales zoom, pantalla,
ventiladores. Dimensiones: 350 x 150 x 100 cm

Fotos cortesía Galería Max Estrella.

www.danielcanogar.com

 

Daniel Canogar: arqueólogo de los media