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Joan Magarit. Amar es dónde

Por Mónica Cuende. Ilustración: Víctor López

Joan Margarit (arquitecto y poeta, 1938) es el poeta catalán vivo más leído. Premio Nacional de poesía 2008 y Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya 2008. La relación entre poesía y vida vertebran su obra, cuya lírica es tan cruda como tierna. Acaba de publicar un nuevo poemario Des d’on tornar a estimar (en castellano saldrá publicado en primavera como Amar es dónde), en cuyo epicentro se encuentra el amor que lo impregna todo: la vida y la muerte.

¿Qué es el amor? El amor es una derivada del sexo. Venimos del reino animal, descendemos de los simios y adquirimos, con el cerebro mayor, la conciencia. Esta ampliación es lo que afecta al sexo, se enriquece y deja de ser sólo una herramienta de reproducción, para convertirse en algo mucho más complejo. Un aspecto de esa complejidad es lo que llamamos amor.

Y esta complejidad del amor no sólo engendra vida. Es un centro desde el que se empuja la vida hacia adelante y no sólo con la reproducción, sino definiendo cuáles van a ser nuestras relaciones, con las personas más próximas, con las menos próximas, con las lejanas y con las que no conocemos. Esto es lo que llamamos amor en general y que puede llegar a extremos diversos. Pregúntale a un místico, a una madre o a un político qué es el amor. Concluirás que el amor es un lío.

En tu libro hablas del amor como un lugar. El primer poema de Des d’on tornar a estimar (literalmente, Desde donde volver amar) así se define: estás en la ventanilla de un tren, vas viendo lugares y no pasa nada; de repente hay un lugar, cuatro arbolitos y una casita que no conoces, pero te llega hasta el fondo y te sorprende. Saltarías del tren para vivir allí, pero sabes que no puedes saltar, porque si lo hicieras desaparecería toda la sensación. Así pues ese es un lugar desde donde amar, desde donde has amado o desde donde podrías amar o desde donde ya tienes dentro disposición para amar. La vida es no perder de vista ese lugar, esté donde esté.

¿Y ese lugar cambia? El amor como lugar cambia constantemente de posición, de aspecto, de fondo… Estamos condenados a estar pendiente de dónde está este lugar y qué características tiene. No es un lugar fijo, si lo fuera sería un refugio.

¿Cómo reconoces ese lugar? Lo que sirve para no perder de vista ese sitio donde se ama es la poesía, el arte, en definitiva, la cultura. Y si querer es un lugar, entonces la cultura no es un adorno, es una parte fundamental en la vida de las personas.

¿Qué opinas del amor romántico? Cuidado con la palabra 'romántico', se utiliza como un adjetivo vulgarizado pasado por el regazo de miles de novelas rosa. El romanticismo es un cambio a partir del siglo XVIII y XIX donde aparece el mito de la individualidad.

Y el mito de esta individualidad amorosa, en el sentido poderoso del sexo, hace que se idealice, se olvide el sentido común y de aquí viene una buen parte de los desastres humanos. Es este algo que no acaba nunca de la relación de pareja, que explota y se cometen una serie de actos sin vuelta atrás, como tener hijos. El amor en este periodo donde la imaginación sexual prevalece sobre la conciencia, acaba  afectando a una salida de sol. No sé por qué, pero en este mundo de sexualidad afectan los espectáculos de la naturaleza. Y si te coge en ese momento, vas y cometes un acto con cuyas consecuencias vivirás. Luego el sol sale, no es más que el comienzo de un vulgar día.

El amor actual está impregnado de normas del heteropatriarcado. Estamos viviendo una época de cambio y de mayor respeto. Nunca es fácil, porque no cambia todo el mundo a la vez. Cuando ves zonas donde el respeto por la mujer y por el amor homosexual no existe, se te ponen los pelos de punta como no se les han puesto a nuestros padres ni abuelos, porque somos más sensibles a esta falta de respeto. Las normas son algo que en principio obedecieron a la necesidad de supervivencia. Cuando esta ya está garantizada, hay que cambiar las normas. La virtud está en aceptar un progresismo con sentido común: en la inmovilidad tampoco se sobrevive. Sin mitos no se puede vivir, pero hay que cambiar de mito cuando ya no sirve, como  ocurre hoy con el del heteropatriarcado.

¿La igualdad en el amor existe? Hay desigualdad de entrada y desconfío de las cosas que nos hacen ser iguales. La democracia no es hacer igual a todos, sino poder vivir juntos siendo diferentes y respetándonos.

¿Qué le pides al amor? Más que pedir hay que intentar dar. En mi poema La época generosa digo: 'La vida se alimenta de días generosos/de dar y proteger/ Si se ha podido dar la muerte es otra'.

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J. Magarit. Amar es dónde