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Lutieres
El manantial de la guitarra española 
 
Por Benjamín G. Rosado 
 
No hay mejor publicidad para un negocio que la satisfacción de un cliente ilustre. 'Tengo una guitarra Conde fabricada en España, un precioso instrumento que adquirí hace unos 40 años'. Al constructor de guitarras Felipe Conde las palabras de Leonard Cohen durante su discurso de agradecimiento en los Premios Príncipe de Asturias de 2011 le pillaron trabajando.  'Los guitarreros no estamos acostumbrados a que reconozcan nuestros méritos', se sincera el dueño del taller de guitarras con más solera de España. 'Fue algo emocionante e inolvidable'. 
 
La historia de este negocio familiar arranca en 1915, a manos de su tío abuelo Domingo Esteso, que se lanzó a construir guitarras exclusivas en el número 7 de la madrileña calle Gavina, una escuela de lutería que heredaron más tarde su tío, Faustino Conde, y su padre, Mariano. Mejoraron el diseño, introdujeron pequeños cambios y hasta patentaron una nueva cabeza de guitarra, la famosa 'media luna', que convocó a las puertas de su laboratorio a los mejores intérpretes de la época: Regino Sainz de la Maza, Quintín Esquembre, Manolo de Huelva…
 
Hace cinco años el taller se trasladó a un semisótano cerca del Teatro Real, en la calle Arrieta nº 4, pero el método de trabajo sigue siendo el mismo. 'Nuestra receta secreta es una mezcla de buenos materiales y absoluta vocación'. Para sus guitarras emplean maderas con más treinta años de antigüedad traídas de Alemania, Honduras, Camerún, Nigeria, Brasil, Madagascar o la India. 'Antes usábamos cipreses de excelente calidad de un bosque de Aranjuez, pero hace tiempo que están protegidos y ahora tenemos que importarlos'.   
 
La casa Conde ha abastecido a los grandes guitarristas españoles de los últimos tiempos, como Niño Ricardo y Paco de Lucía, que solía dejarse caer por el taller y siempre se llevaba algo nuevo. 'Con Paco establecimos una relación muy íntima, casi familiar. Verle por aquí era una recompensa al trabajo bien hecho, además de un estímulo y una inspiración'. Sus instrumentos también han sido objeto de deseo de estrellas como Bob Dylan, Lenny Kravitz, Cat Stevens o Al Di Meola, 'que es muy exigente con los detalles'. 
 
Su última conquista fue el artista norteamericano Kristian Matsson, más conocido como The Tallest Man on Earth, al que atendieron sus hijos y aprendices de este arte centenario, María y Felipe, de 26 años y 24 años. 'Contactó con ellos a través de las redes sociales y a los pocos días apareció en el taller buscando una guitarra flamenca'. Es una de las muchas historias del anecdotario familiar, aunque la de Matsson pone el acento en el relevo generacional de un oficio artesanal en tiempos tecnológicos. 'Las cosas han cambiado mucho, pero mis hijos están preparados para lo que venga”.  
 
Lamenta Felipe Conde que el sonido inconfundible de sus guitarras no esté suficientemente valorado en España. 'El 90% de nuestras ventas procede del extranjero, sobre todo de Estados Unidos y Japón'. El precio de sus stradivarius oscila entre los 2.000 y los 18.000 euros, pero asegura que el desinterés no es de índole económico. 'La gente puede llegar a pagar auténticas barbaridades por un televisor, pero el abandono que sufren las guitarras clásicas o flamencas es un problema cultural. Simplemente, no cuidamos lo nuestro'.  
 
El Stradivari 
español  
La última Trienal Internacional de Instrumentos de Arco de la Fundación Stradivari convocó en Cremona a los mejores lutieres del mundo el pasado mes de septiembre. Entonces el madrileño Borja Bernabéu se hizo con la medalla de plata en la categoría de viola. 'Construir un instrumento resulta extremadamente complicado porque requiere combinar muchas áreas de conocimiento diferentes, como la ebanistería y la musicología', cuenta desde su taller en Cremona. 'Más que un oficio, esto es un estilo de vida'. 
 
Tiritas del rock 
Roberto Gil (der) y Raúl Sierra (izq) son guitarristas y guitarreros autodidactas con más de 20 años de experiencia a sus espaldas. Su taller Bauprés Luthiers (en la calle Eduardo Requenas, 27) está especializado en reparación de instrumentos de cuerda frotada, desde guitarras y bajos hasta ukeleles y lap steels. Por sus manos han pasado las guitarras de Vetusta Morla, El Canto del Loco, Amaral, o Leiva y también han construido otras tantas, como aquella de Antonio Vega basada en una vieja Fender Telecaster. El nombre del taller hace referencia al mástil de proa de un barco velero, que es el que marca el rumbo de su negocio. 

La guitarra española de L. Cohen