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Componer electrónica en colegios
 
Por Rebeca Queimaliños
 
El músico y productor Suso Saiz, en las páginas de esta misma revista, dice que 'nuestro sistema educativo no está interesado en la música'. Esta podría ser una historia sobre la excepción. Sobre cómo a veces las buenas ideas se ejecutan, aunque sea a pequeña escala. En este caso, desde un instituto de la sierra de Madrid. Un grupo de adolescentes de Cercedilla -de entre 11 y 13 años- se escapa a la montaña casi- todas las semanas para inspirarse, captar sonidos de la naturaleza, registrarlos en tablets y crear composiciones musicales a través de herramientas digitales. 
 
Este laboratorio musical, becado por la Fundación Daniel y Nina Carasso e implementado en el IES Las Dehesillas, es un proyecto coordinado por el colectivo de arte y música Menhir, es decir, Coco Moya e Iván Cebrián. Dos artistas que fusionan arte plástico, electrónica y naturaleza desde hace cuatro años. En 2013 se instalaron en una aldea de León absolutamente incomunicada y, durante quince días caminaron, realizaron sesiones de improvisación y grabaron un disco.
 
 
Esa experiencia es el germen del proyecto. 'La idea era plantear una metodología de enseñanza fuera de los estándares clásicos. Promover la creatividad a través de actividades estimulantes. Nosotros entendemos la enseñanza como un proceso que ocurre en comunidad de manera holística y horizontal. El placer de hacer'.
 
La idea no es impartir una asignatura, si no generar un espacio en el que se intercambian conocimiento y se experimenta. 'Damos las pistas, pero son ellos los que crean, no existen roles'. El proyecto tiene una duración de tres años que compaginan con proyectos personales en museos o festivales con la base en la artes plásticas, la tecnología y la naturaleza. Son una rara avis en la educación de este país. Ojalá dejen de serlo.   

Componer electrónica en colegios