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Foto: diseño de Alejandra de la Hoz para Casadecor 2019.

ALEJANDRA DE LA HOZ, VIDA INTERIOR

Por Javier Agustí

En la actual edición de la feria de interiorismo y decoración Casadecor (Núñez de Balboa, 86; hasta el 10 de marzo) llamaba poderosamente la atención el espacio expositivo de una joven diseñadora: el baño del hombre (o la mujer) invisible.

Desde que recuerda, Alejandra De la Hoz tenía en mente dedicarse a esta profesión, cuyos estudios llevó a cabo en IADE. Tuvo el privilegio de que su abuelo, el célebre arquitecto Rafael De la Hoz, la llevase desde con apenas tres años a visitar obras. Es nieta, sobrina e hija de arquitectos, lo que ha supuesto para ella una gran enseñanza.

Charlamos en un café cercano a Casadecor recargado de detalles. “Creo que hay un exceso de informaciónen la sociedad y también en el interiorismo. Tanta que me pierdo. Para mi es importante entrar en un espacio que te de paz. Que inspire ganas de contemplarlo y disfrutarlo, sin ansiedad. No hay que confundir: lo acogedor no es sobrecargar”. Esto nos da pie para hablar sobre lo que considera un buen diseño: “El atemporal, que funciona a pesar de los años. Odio las modas en esta profesión”, y arremete contra el intrusismo, “de gente para quien esto es un hobby”.

Ella quería aprovechar esta feria para volar libre, más allá de lo que le permitía su labor al frente del estudio de interiorismo que ha estado dirigiendo hasta hace poco. Con un proyecto de baño que es una tarjeta de visita. Al atravesarlo nos encontramos frente a un espejoque ¡no refleja nuestra imagen! Nos sentimos vampiros o invisibles gracias a un ingenioso juego óptico. “Estaba obsesionada con esta idea”, nos cuenta. “El fin era crear una zona de no ego y de ego”. En el otro extremo del baño encontramos un tocador, diseñado por ella misma, que realza que es compatible que nos cuidemos y encontremos ese momento de intimidad con criticar la vanidad desmesurada con la que nos cruzamos.

Son muebles y objetos que ella quiere que no desaparezcan de las casas, como pueden ser un tocador, para cuidarse por fuera, pero también una biblioteca, para cuidarse por dentro. “Hay muebles que parecen quedar en desuso. Las librerías en una casa, o el espacio de la biblioteca, por ejemplo, han desaparecido de los proyectos de interiorismo. En mi casa siempre la hemos tenido. Estudiábamos en ella. Leíamos. Pasábamos las tardes de los domingos. Ahora la gente prefiere una megatele con su mueble y una cocina enorme”. Le ha pasado más de una vez que, tras convencer a un cliente, este le ha pedido que vaya al Rastro “a comprar libros por metro lineal” al carecer de ellos. E igual pasa con las obras de arte: “Busco y compro obras muy especiales, cuando me lo encargan, pero el cliente no las valora. Me parece muy triste”. Solo porque quedan bien.

Quizá por ello prefiere diseñar para empresas, especialmente hoteles, algo que considera más agradecido y tratando de realizar un diseño integral, incluidos los muebles a medida. Y es que, “a un visitante le puedes cambiar la visión de una ciudad por cómo ha sido su estancia en su hotel”, concluye.   

delahozestudio.com

 

Diseño: ALEJANDRA DE LA HOZ, VIDA INTERIOR