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deep fountain - cristina iglesias

Cristina Iglesias
Esculpir la Atlántida

Agua y hormigón se funden en la obra de Cristina Iglesias, una de nuestras artistas más internacionales. No para de inaugurar algunos de los más importantes proyectos para espacios específicos. Éste está siendo sin duda su gran año.

En la obra de Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) conviven el cemento, el cristal, los tapices usados, la madera, el alabastro o la resina; materiales poco convencionales que le sirven para mantener un diálogo fluido con el entorno y la naturaleza. Sus monumentales piezas se alzan creando lugares misteriosos y envolventes, tremendamente escenográficos, donde el espectador modifica su capacidad de percepción. Entran en juego las sensaciones tanto físicas como psicológicas.
Pero el agua y la luz son igualmente partes integrantes. Se apropia de ellos como nuevos materiales que incorporar a su arte. La monumental Deep Fountain (Amberes) o el proyecto de escultura sumergida en Baja California, reclaman la presencia del agua. La primera, cuya maqueta pudimos ver en febrero pasado en la Galería Elba Benítez, es una gran fuente situada en el centro de la Plaza de Leopold de Wael que, cuando su caudal lo permite, refleja sobre su superficie la arquitectura del Real Museo de Bellas Artes. Es un estanque reflectante en el que se consigue el efecto de un abismo como un corte profundo que hace que el agua desaparezca. El fondo lo compone un entramado de formas vegetales de hormigón oscuro.
Vegetación que a modo de celosía recubre también los tres Corredores suspendidos que la artista acaba de realizar para el Ludwig Museum a base de planchas sueltas de alambre de hierro trenzado y galvanizado. La misma que percibimos en las monumentales puertas con las que la autora ha cerrado la ampliación del Museo del Prado. Estas puertas suponen una proyección de la arquitectura de Rafael Moneo y del jardín geométrico de boj que vuela sobre el Botánico madrileño.
Su escultura es aparentemente sencilla, pero una mirada más atenta descubre la complejidad que implica cada trabajo. La artista no se conforma con esculpir materiales; la luz actúa como un cincel y la mirada del espectador y su experiencia, terminan por dar el último toque. Son obras abiertas que invitan a la imaginación. Obras que surgen de la fantasía y no chocan, sino armonizan la realidad.
Cristina Iglesias demuestra con cada uno de sus proyectos que la escultura sigue viva y que aún le queda mucho que decir. Su reconocimiento como una de nuestras mejores artistas de vanguardia sobrepasa nuestras fronteras. La lista de encargos continúa con una fuente interior que estará cerca de Madrid, otra obra para el fondo del mar en México, una pieza en los viñedos de Toscaza y, noticia de última hora, el encargo de una escultura en homenaje a las víctimas del terrorismo a las puertas del Parlamento vasco en Vitoria.
Lejos queda ya ese Premio Nacional de Artes Plásticas que recibió en 2000 y su participación en la Bienal de Venecia de 1986. Estamos ante una trayectoria muy consolidada que cuenta con más de 70 exposiciones individuales y colectivas en galerías y museos de Europa, Norteamérica y Japón.

Txt: Ana Berruguete
Foto: Deep Fountain, (Amberes)

Cristina Iglesias. Esculpir la Atlántida