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Jess Franco. Foto de J.A. Naveros

 

Yo anduve con
Jess Franco

Ayudante de Orson Welles o Berlanga, amigo de Buñuel, halagado por Fritz Lang o Roger Corman y admirado como referencia por Tarantino o Frank Henenlotter. Actor, escritor, productor, guionista, compositor, pero sobre todo director con la friolera de 206 películas y medio siglo de trabajo cinematográfico, que aún hoy no cesa. Dice que tiene 75 años pero asegura que nació en mayo de 1936. Cine y figura hasta la sepultura.

 

Director de culto, ha trabajado con actores como Howard Vernon, Herbert Lom, Christopher Lee o Klaus Kinski. Entre sus musas Diana Lorys, Maria Rohm o  Lina Romay, su pareja. Referencia del cine de Serie B erótico, fantástico y de terror, es uno de los directores “más peligrosos” para el Vaticano, el único español que ha hecho diez películas inglesas, el director con más seudónimos, del que se han dicho mayores burradas y que posee un gran sentido del humor. Le acaban de hacer un homenaje en Sitges por su carrera, pero no le hables de récords o números “unos”; los detesta.

Empecemos por el final. Me parece estupendo.
¿Cuáles son sus proyectos a sus 75? Colaboré con el documental The Life and Times of Jess Franco de José Luis García Sanchez, y también con él he terminado la película Los esperpentos, de Valle Inclán, donde hago un papel interesante y bonito. Y acabo de terminar mi película La Casa junto al cementerio, una historia preciosa de Nathaniel Hawthorne, el escritor de La Letra Escarlata. Es una película de terror muy inteligente.
¿Es verdad eso de que rodaba escenas para dos películas al mismo tiempo sin que los actores lo supieran? No, esos son fantasías moriscas. Hay tantas cosas que se dicen de mí que no son ciertas… Piénsalo un momento. Un actor como Christopher Lee, que se las sabe todas, que es un estudioso increíble, que se sabe el guión mejor que el productor de la película… ¿Cómo puedes engañarle? ¿Para qué? Es absurdo. Lo que sí he hecho es lo que se llama en América el back to back que ahora algunos llaman el nuevo estilo Tarantino, que no es otra cosa que hacer dos películas seguidas. He sido de los primeros porque la primera película que hice con los americanos fue en el año 67 y ellos mismos me lo ofrecieron. El sábado acabamos una y el lunes empezamos otra con el mismo equipo. Yo esto lo he estudiado y reduce el presupuesto en un 20%.
Pero en su caso también ha hecho dos versiones de un mismo film. Cuando  algo no me acaba de convencer, lo he vuelto a hacer y a veces de manera más libre. He aprovechado una historia ya rodada porque he encontrado otros puntos interesantes. Pero esto es una maniobra antigua. Marcel Proust ya lo hacía. Usaba personajes de una novela y los volvía a sacar en otra para ver qué era de ellos. Es muy bonito y a mi me gusta hacerlo.
¿Cuántas películas ha rodado exactamente? El Club de Autor ha hecho una buena edición de todas mis películas y mis trabajos en el cine. Lo ha dirigido también José Luis García Sánchez. La cifra es 206. Ojo, sólo de director ¿eh? Porque si añades productor, producción ejecutiva, guiones, música, actor, etc, son muchísimas más.
¿El director más prolífico del mundo? No creo. En estos tiempos seguro, pero ha habido tiempos, cuando existían la productoras llamadas B, americanas e inglesas, como la Republic o la Monogram, que hacían 30 películas al año. Tenían contratados a dos o tres directores y les hacían sudar el calcetín que no veas tú. Yo he estado en la misma situación. Cuando me contrató American International lo hizo por tiempo, no por películas. Yo sabía lo que era, pero encantado de poder hacer películas con Christopher Lee, Herbert Lom y con gente así en vez de con cuatro gilipollas.
Su fecundidad es inusual ¿A que se debe? Me gusta. Hay gente y tengo amigos que trabajan al contrario.
Como Víctor Erice... Exactamente. Víctor trabaja sin parar y ha conseguido hacer cinco películas en su vida. Es su tiempo para ordenar su cabeza y tener las cosas claras. Te voy a contar una pequeña anécdota. He tenido el placer de ser director de segunda unidad para Orson Welles y le he conocido muy bien hasta el extremo de que puedo decir que era un gran amigo mío. A Luis Buñuel le conocí después en París y me preguntó… “¿Ese amigo tuyo americano, por qué tarda tanto en hacer las películas?” Buñuel me contaba, y además lo cumplió en vida, que tardaba cinco o seis semanas en rodar una película porque, un día más y ya se aburría. Orson tardaba tres años porque dentro de la insatisfacción continua que tenía nunca daba nada por concluido y empezaba de nuevo. Para mí, acabar una película y empezar otra era un tesoro.
¿Y cómo llevó el encargo de la Exposición Universal de Sevilla de terminar El Quijote de una leyenda como Orson Welles? Yo lo hice por cariño a él, no por dinero, porque no compensaba el gran coñazo que era, como fue el encontrar todo el material desperdigado en ocho laboratorios del mundo. Un material que pesaba 150.000 metros de negativo cuando la película que hice, que es larga, no llega a 3.000. Parte del material estaba en EEUU, parte en Alemania, en Paris, en España. Entonces mi trabajo principal fue de agente de la Interpol. Se podían haber hecho tres películas largas.
¿Qué quiso respetar de Welles? Absolutamente todo. Trabajé estrechamente con él y nunca se me hubiera ocurrido enmendarle la plana. He hecho muchas películas de director de producción o productor ejecutivo y sé que en una película debe haber una sola persona que decida, porque cuando mandan 25 suele salir una mierda. Entonces mi papel en estas películas, e incluyo Campanadas a medianoche, era intentar hacerlo como lo haría Orson Welles y anular mi personalidad propia.
Otra etiqueta, esta vez la del director “más peligroso” junto a Buñuel, según el Vaticano. Dañinos de cojones. Se lleva bien, a mí no me importa. Yo me enteré por Buñuel. Vivía con mi mujer en París por la jodida situación en España. Tanto Buñuel como yo no estábamos exiliados sino hastiados. Me pasé por el Ministerio antes de marcharme en pleno régimen franquista. Como el director general no quería recibirme  me fui a ver al secretario general y le dije “he venido a decirte que me voy y… que os den por el culo porque sois una colección de hijos de la gran puta.” Y a continuación cogí un taxi corriendo al aeropuerto, por si acaso.
¿Cómo fue el primer encuentro con Buñuel? Estaba en París trabajando en un guión cuando recibí una llamada. “Oye que el viejo quiere conocerte”. “Anda, coño, qué bonito”, y nos fuimos a verle. Era una hombre absolutamente intransferible, era al mismo tiempo la altivez de un genio y la ternura personificada. Cuando llegué, me dijo: “Hombre, Jesús Franco, ya era hora de que nos conociéramos. Pero si usted ¡es un niño! Tengo 37 años. Pues eso, un niño” y comenzamos a charlar y nos encontramos muy bien. Luego conocí a Jean-Claude Carrière (guionista de Buñuel) y muchos otros artistas.
Director de cine, actor, productor, guionista, compositor… ¿Tiene un concepto humanista del arte? Hombre, no me toques los cojones. Yo no creo que el cine sea un arte. Es una amalgama de elementos. Es un oficio artístico en el que hay que trabajar mucho. Yo soy un director compulsivo que hace cine, porque es lo que más me gusta del mundo, y necesito rodar hasta que me muera.
En su juventud fue músico de jazz antes de dedicarse al cine ¿Qué hay de jazz en el cine que hace? No lo sé, pero debe ser mucha la influencia. Lo digo porque personas a las que admiro mucho me han dicho que era un director musical y que mis películas son musicales. Me lo dijo, por ejemplo, Sergio Leone, al que le gustaba mucho mi manera de arreglar y montar.  El cine y la música conforman mi vida pero el cine es mucho más importante. 
¿Por qué tiene más éxito fuera de España? En España tiene incomprensión todo el mundo. No conozco a nadie que diga que está completamente realizado, aquí todos tienen traumas. He hecho más de 100 películas fuera de España, me siento menos frustrado. Yo no necesito que nadie me reconozca porque yo no me considero un genio, solo hago películas.
¿Lleva bien las críticas? Opino muy mal de la crítica, siempre obedecen a esnobismos y  modas. Y a mi eso me da igual y no hago caso.
Para críticas las alabanzas que recibiste de Fritz Lang por Succubus Sí, un hombre muy amable y cariñoso, pero estamos hablando de hace “80 años”. Más cercano está Tarantino, que aunque yo no lo creo, dice que me admira y tiene mucha influencia mía. Es uno de los pocos tíos que hay hoy con dos cojones, que hace lo que quiere. Es un creador de verdad de cine antiguo, productor, escritor y hace películas tan deprisa como yo.
¿Le gustó Grind House? Robert Rodríguez no me gusta. Es un proyecto de dos, donde el 50% me parece casposo...
Es un reconocimiento al cine de Serie B de los 70 del que es tan protagonista. Ya pero es que a mi todo este cine que consiste en hacer mucho ruido y que vayan corriendo muy deprisa, con tiros y tal, me parece que es vacuo, vacío y sin interés. El cine de terror es tan sencillo como la escena de Boris Karloff y la niña, del primer Frankenstein. Esto me parece para siempre. El cine tiene que tener también profundidad, ojo, pero no pretenciosidad.
¿Y el nuevo terror español con Los Otros, las películas de Jaume Balagueró o El orfanato? El cine de terror actual en España es copiado. Hay una falta alarmante de originalidad. Lo digo hasta de Los Otros, que dio comienzo aquí a esa tendencia. A mi me gusta, lo que pasa es que yo la había visto antes. La hizo Jack Clayton basada directamente en el cuento de Henry James y me pareció cojonuda. Cuando la hizo Amenabar bajaba un poco porque ni Nicole Kidman es Deborah Kerr, ni ese chico que es muy simpático y esta muy bien es Jack Clayton. Vamos, que compararlos me parece una tontería.
He llegado a la conclusión de que aquí nadie sabe de cine, ni conoce nada. Por eso hacen copias descaradas, porque saben que nadie se dará cuenta. Otro de los males del cine español es que pocos saben que hay un oficio casi tan cojonudo como el de dirigir que es el de producir. Otra cosa es que existan mercachifles y vendedores de sopa sin amor al cine.
Lo que nadie duda es de su virtud para escoger a los actores y descubrir mitos eróticos. Y eso que uno tiene muchas veces que renunciar a cosas por falta de presupuesto. Los actores son la gente más buena que hay en el cine. Están siempre dispuestos a hacer un proyecto precioso. Yo no les ofrezco el paraíso pero sí el ser comprendidos. Están hartos de sentirse menospreciados y tratados con distanciamiento por directores que les dicen “a ver, que vengan los muñequitos” Yo les trato como personas y sé hacerlo porque yo he sido actor, y diría que son lo más importante del cine. Orson Welles fue más importante como actor que como director.
¿Le resultaba difícil convencer a las actrices para papeles con gran carga sexual? Ninguna actriz ha rehusado trabajar conmigo. He hecho películas con Maria Schell, Diana Lorys, Maria Rohm…. Actrices muy valoradas que sabían que hacía películas eróticas y les daba igual. No me imagino a una actriz diciendo “es que yo no hago películas de chinos”. Yo lo veo igual de absurdo con el sexo.
Ha vivido la censura directa del franquismo. ¿Considera las subvenciones en el cine como un tipo de censura? ¡Sí, el mecenazgo de los cojones! ¡Amiguismo es lo que es! A mi me parece una mierda todo eso. Yo admiro en este sentido a los americanos, que hacen cine sin subvenciones. Hacen cine para que guste. Yo lo único que he necesitado es el público, pero con bajos presupuestos he tenido mayor libertad.
Su videoclip para Los Planetas fue retirado… Esta censura es la misma que la franquista. Van vestidas de camareras pero son los mismos. Lo prohibieron en televisión y con esa disculpa lo sacaron del catálogo. Yo no estoy orgulloso de nada pero era un buen trabajo y simpático, lo que pasa es que tenía mala leche. A ver quien me quita eso a estas alturas.
Defiende el cine digital. Soy un ferviente defensor. Para qué gastar 40 si puedo hacerlo por 10 con la misma calidad o mejor. Lo más importante es que con el cine digital puede gozar más gente de hacer cine. 
Le consideran precursor del cine porno en nuestro país. ¿Ahora es más negocio? Esto sí que te lo digo sin paliativos. Es una mierda. El cine que se hace peor en España es el porno. Quienes lo hacen son unos absolutos inútiles mentales. Es gente que no sabe ni un carajo de cine, ni de psicología, ni de la vida. Es puro negociete casposo de calle de burdel. No me interesa un carajo, es una estupidez.
¿Qué le interesa del sexo? Todo. Desde que yo nací, porque para nacer follaron mis padres. Es esencial, pero el sexo tratado desde la misma seriedad y con la misma entrega que si hicieras el Ulises de Joyce.
Esta edición es una crítica a los récords y a los “nº1” ¿Cuál es para Jess Franco la mejor película? Pero, ¿qué te he hecho yo? ¡Si estamos teniendo una conversación simpática! Eso es entrar en el juego absurdo y en la tontería de la prensa, la radio y la televisión española. ¿Qué es eso del “mejor”? Vivimos en una especie de selectividad de la cultura y están desvirtuando las cosas y dando falsos valores al cine. Además en el cine, que es toda mi vida, no hay una película tan sumamente importante como se quiere vender. Se ha mitificado. Shakespeare y Almodóvar. No, por favor. El cine es divertimento, un show, algo que puede ser maravilloso como una película de Liza Minelli o de Fred Astaire, nada más.

Texto: Rubén Arribas
Foto: José Antonio Naveros

Yo anduve con Jess Franco