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Rehaciendo

la música doméstica


La última década ha supuesto el gran salto definitivo del negocio musical. La realidad supera en mucho a la ficción, y la música no sabe a qué agarrarse. Las mil direcciones que ha tomado el pop son síntoma de creatividad pero también de indefinición; ahora, ya no existen los referentes, cada artista se los construye a su medida. La anti-dictadura del hazlo tú mismo ha triunfado.

Cuando te paras a pensar en los artistas más relevantes de los últimos diez años, suelen venir a la cabeza aquellos que más han vendido, los que han copado las preferencias de la prensa, o los que, gracias a sus logros en el papel cuché, se han convertido en iconos de las distintas generaciones.

Por suerte, ésta dinámica parece que ha cambiado, y la creatividad, la imaginación, y el ingenio, ya no tienen nada que ver con el nivel de ventas ni popularidad. Durante los diez años de vida de esta Santa revista la cultura ha vivido sus momentos más convulsos, y la música, el pop, ha explotado desde su raíz misma.

“En mi opinión, (los más importante que le ha pasado a la música en la última década) es la democratización de los medios de grabación y producción”. Afirma el crítico musical y periodista Juan Manuel Freire. Y no le falta razón: hoy en día, y como principal cambio, antes incluso que la democratización de la información musical, la posibilidad de componer y grabar música está al alcance de todo el mundo. Ya no es necesario pasar por un estudio de grabación para enlatar sonidos de buena calidad, la tecnología permite que todo aquel que quiera realizar sus veleidades musicales pueda cumplirlas. Dos de los mejores discos que han aparecido en los últimos años, como son el Person Pitch de Panda Bear y Alegranza de El Guincho, fueron grabados bajo mínimos en estudios caseros, y con la vista puesta en el futuro, que lo adelantaron al presente con su mezcolanza sampleadelica y sus ganas de saltar por encima de los clichés del pop y la música étnica. Y sólo son dos ejemplos, pero hay muchos más.

Un punto importante que analizar para desenmarañar la realidad presente del pop es el achicamiento de espacios entre el indie y el mainstream, las corrientes mayoritarias. El hecho de que la cultura ostente un mayor dinamismo que antes, ha hecho que se reduzcan las diferencias entre lo concebido desde la creatividad y lo que se ha pensado para vender: “En términos creativos ya no hay tantas diferencias entre lo independiente y lo comercial –afirma Freire-, a la vez que existe indie claramente acomodado y aburrido”. Las certezas sobre la naturaleza de las intenciones de la música ya no son tan claras, y el público busca nuevos estímulos que no pasan por los tópicos, sino que exploran nuevas vías e influencias de la música pretérita, tal como Madonna ha hecho con el hip hop o la música disco, por poner un ejemplo muy clarificador.

Los nombres propios de la revolución tranquila del pop son muchos y diversos. Sin duda, en lo más alto, pese a quién le pese, está Björk. Desde Vespertine, incluso antes, la islandesa se postuló como la gran visionaria del sonido que aúna vanguardia y pop. En ella convergen las virtudes de los grandes cambios que se han producido en la música en las última década: experimentación para todos los públicos, incorporación de la música étnica, la electrónica como un medio y no como un fin, la versatilidad de la voz. Aparte de otro grupo ciertamente revolucionario, Animal Collective, que ha roto todas las convenciones del pop adelantado y lo ha llevado a un terreno fértil que puede gustar a todo el mundo, los nombres propios de estos diez años poseen virtudes concretas, pero no tan genéricas como las de Björk.

Para unos, M.I.A., The Arcade Fire, o LCD Soundsystem caben ser destacados por encima del resto, y para otros, son tres nombres más que sumar a la lista. En opinión de Freire, que escudriña la música mes a mes como responsable de la sección de Ep’s de la revista Rockdelux, la “reelaboración de la música Folk, como Foru Tet, Grizzly Bear, o Tunng” es destacable porque, según él, la música que se está haciendo actualmente “dentro del cauce acústico es increíble”. Y, además, reconoce que los nombres mencionados son de vital importancia: “LCD Soundsystem, por recordar al indie que se puede bailar. Arcade Fire, por devolver la euforia y la pasión al pop, y M.I.A., por renovar el concepto de girl power desde un prisma tan furiosamente ecléctico y siempre acertado, aunque sea el más raro caso de fracaso comercial de la última década”. Y añade: “Como compositores hay tipos a los que se dedicarán estudios serios en el futuro, como Bright Eyes o Ben Gibbard”, de Death Cab for Cutie o The Postal Service. En la humilde opinión del periodista firmante, Bill Callahan o The Mountain Goats también serán revindicados en el plano de la canción de autor, y Burial, Venetian Snares, o Matthew Dear, serán recordados en las hueste de la electrónica, entre otros muchos. La lista de nombres, gracias a la tan cacareada democratización de los medios de producción, es infinita y no para de renovarse, cada años crece, se multiplica, y produce música excitante, que es lo importante. El trabajo de la gente es cribar lo que vale la pena y lo que no, y ése es el gran cambio que ha sufrido la música en los diez años más convulsos de la historia del pop.

Spanish bastards, el futuro está aquí mismo.

La música española vive momentos extraños. Por una parte, la cultura del subsuelo ha reflotado la creatividad del sonido de riesgo; por otra, la música comercial cada día ahonda más en la herida de la complacencia.

Lo más destacable de la última década en la música de aquí, aparte de la eclosión de Internet como herramienta, claro, es que se ha consolidado el underground musical hasta el punto de que es desde allí donde surgen y se consolidan los proyectos más destacables.

Tras la resaca indie de los 90, la escena nacional ha reflotado con una ristra de grupos que están renovando la propia visión que tenemos de nuestra música. Valga de ejemplo el apabullante éxito de El Guincho, el proyecto dicharachero del excelso percusionista Pablo Díaz-Reixa, que ya se codea con la mismísima Björk y publicará en breve en el sello de Radiohead.

Aunque parezca mentira, el underground ha consolidado los siguientes estadios de la música, y Los Planetas tiene buena parte de culpa. Pero también el flamenco de Enrique Morente o las formas descocadas de Falete, los atrevimientos de La Troba Kung-Fú y Concha Buika; la música de raíces y sus derivados siguen pegando fuerte en el mainstream, como lo ha hecho durante precisamente diez años la gran Amparanoia, que ahora parece que se embarcará en otros proyectos. Aunque, no nos engañemos, a pesar del éxito de Ojos de Brujo y Macaco, y que hayan sido aclamados por la inteligentsia del género, la última década no les debe nada.

La lista de grupos fuertes de los últimos años, los que se recordaran en los años venideros, está conformada por pocos nombres de relumbrón: Fangoria, Lori Meyers, Sólo los Solo, SFDK, Los Planetas, Sr Chinarro, y punto. Los demás, surgen de la epidermis de la cultura: Margarita, Les Aus, Veracruz, Ensaladilla Rusa, incluso la inteligencia de Los Punsetes, o Nisei. Grupos que arriesgan, como lo hicieron en su momento los Surfin Bichos, Lagartija Nick, o Javier Corcobado, a revindicar siempre, como los novísimos Tarántula.

España va bien, y podría ir mejor. Esperen y verán, hay mucho.

Texto: Jaime Casas

En foto: superior: Lori Meyers / sumario: Börjk

10 años de Pop. Rehaciendo la música doméstica