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Titzina Teatro

Una década prodigiosa

Titzina Teatro monta obras tragicómicas y minimalistas sobre temas universales: Sueños de psiquiátrico hablaba de locura; Entrañas, de guerra; y Exitus, actualmente en gira, de muerte. Sus miembros, Diego Lorca y Pako Merino, ejercen de autores, directores y actores. El grupo cumple diez años en 2011, consagrado en el circuito independiente pero desconocido para la mayoría del público. Ser muy brillante no basta.

¿Qué significa "Titzina"? Pako: Es una adaptación que hemos hecho de la palabra croata que significa "silencio". Cuando vivíamos en París, alquilé un piso a una mujer de esa nacionalidad, que al escucharnos hablar siempre a voces, como dicen que hablamos los españoles, nos pedía silencio, "titzina". La mujer se portaba muy bien con nosotros, ¡hasta nos hacía la comida! Así que, como homenaje a ella -que está encantada- y a aquellos años, cuando nos conocimos al coincidir en la escuela Jacques Lecoq, nos hemos puesto este nombre.

¿Con qué dificultades se encuentra una compañía al arrancar? Diego: Cuando una compañía nace, creo que lo primero que tiene que analizar es el grado de compromiso de cada miembro. En nuestro caso, estábamos decididos a darlo todo. Hicimos un convenio donde nos fijamos unas metas. Lo bautizamos Primera Revolución Titzina. El primer año y medio fue duro. No teníamos contactos en el mundillo, nos apoyábamos solo en nuestras familias y yo trabajaba en una fábrica por la noche, porque no podíamos vivir de esto. Por suerte, pudimos empezar a representar en el Centro Cultural de Cerdanyola del Vallés. Diez años más tarde, aún tenemos nuestra sede en ese centro, pero muchos de los objetivos que figuraban en el convenio se han cumplido. Incluso hace poco nos planteamos crear otro, orientado a buscar más estabilidad.

¿Por qué decís que al teatro no se le da suficiente importancia? P: Creo que es porque le cogemos manía desde muy pronto, cuando en secundaria nos obligan a ver clásicos que no siempre están bien representados, sobre los que luego nos examinan, que tienen un lenguaje que ni entendemos... Esto es disuasorio, después nadie quiere volver a pisar una sala. Con nuestras obras, nosotros pretendemos un teatro de entretenimiento -aunque trascendente-, con un lenguaje directo, real, y con mucho movimiento, con un ritmo de corte cinematográfico, a base de secuencias. No hay que perder de vista que el teatro es una vía de comunicación.

Antes de estrenar, hacéis un test: convocáis a chavales de instituto para que vean la obra. P: Los invitamos a que vengan al centro cultural. Así nos aseguramos de que la obra tiene ritmo, porque si a la gente de esa edad la aburres un minuto, te la lían gordísima.

¿Cómo valoráis estos diez años de trayectoria? D: Como una evolución. En la primera obra nos movía la ilusión y el riesgo, y luego pasamos al orgullo al ver que funcionaba. El aval del público nos dio confianza para montar la segunda, en la que trabajamos con un director y una actriz, y ambas participaciones fueron un reto porque incorporaban concepciones externas a la nuestra.  Y en la tercera obra, además de que creo que damos un salto de madurez, experimentamos con una escenografía y una iluminación disímiles a las de las anteriores piezas.

¿Cómo decidís la temática de las obras? P: Tienen que cumplir tres requisitos: ser universales, lo suficientemente profundas e interesantes como para permitirnos investigar sobre ellas los meses previos a la confección del texto, y de ellas tenemos que poder sacar tanto risas como lágrimas. Tratamos siempre cuestiones que nos rondan, a veces tabúes, y por tanto desconocidas. Por ejemplo, la primera obra, Sueños de psiquiátrico, surgió cuando leímos el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks. Nos llamó la atención el enfoque que le da el autor a las patologías psíquicas, describiendo cómo conviven los pacientes con la enfermedad, y como estamos especialmente sensibilizados con el tema, porque los dos venimos de profesiones sanitarias, y en la época en que leímos el libro, Peter Brook lo versionó, nos pareció que lo teníamos muy presente.

Habéis hablado de locura, de guerra, de muerte... La verdad es que sois la alegría de la huerta. D: Sí, eso nos dicen. Pero simplemente queremos comprometernos. En Exitus el público sale alegrándose de estar vivo, en Entrañas salía valorando la paz...

Texto: Ruth de Linz

Exitus. Del 19 al 23 de octubre en Teatre El Musical de Valencia · En noviembre actúan en varios teatros de la Comunidad de Madrid. Ver programación en su web www.titzinateatro.com

 

Titzina Teatro: Una década prodigiosa