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Naturaleza y tecnología

La tendencia natural al cambio de la industria de la moda se ha agudizado en los últimos años, hasta el punto de que hoy pocas voces discuten que la próxima década traerá consigo una profunda transformación para el sector.

Para empezar, la crisis económica ha polarizado –tal vez de forma definitiva- los perfiles de consumo entre el lujo y el low cost. Las nuevas potencias económicas, encabezadas por China y Rusia, han conseguido que el consumo de artículos de lujo se incremente en un 10% durante 2011, según la consultora Bain & Company. En el otro extremo, las grandes cadenas de distribución como Primark o Inditex ganan cuota de mercado gracias a los rigores de la crisis.

Foto: Mr Toledano

Pero aún más determinante que la economía en el futuro inmediato de la moda será la tecnología. La próxima década representará muy probablemente la definitiva conquista de Internet por parte de la industria. Las cifras ya son contundentes: en el tercer trimestre del pasado año, las ventas de moda online alcanzaron en España los 78,9 millones de euros, el doble que el en el mismo periodo del año anterior, según la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT).

La inmediatez de la red en la difusión de las colecciones está comenzando a acelerar también su producción: la vieja tradición de fabricar dos colecciones al año se desdibuja a favor de un frenesí productivo en busca de la novedad constante: proliferan colecciones crucero, precolecciones y segundas líneas, y diseñadores como la española María Escoté o el norteamericano Alexander Wang comercializan sus colecciones online inmediatamente después del correspondiente desfile, salvando el tradicional lapso de seis meses entre la presentación y la salida al mercado de las prendas.

Esta voracidad industrial, sin embargo, ha suscitado como reacción en algunas firmas un discurso de responsabilidad social corporativa a favor de los tejidos 100% naturales u orgánicos, los procesos de fabricación respetuosos con el medio ambiente y el virtuosismo artesanal. El referente en esta tendencia es curiosamente una firma de lujo admirada en todo el mundo, Stella McCartney, que ha reemplazado en sus colecciones todos los materiales de origen animal por fibras sintéticas, utiliza bolsas biodegradables hechas de maíz para sus envíos y compensa sus emisiones de carbón con iniciativas de reforestación. La producción verde también está presente en marcas más populares como Levi’s, que está reduciendo los ciclos de lavado que se emplean para dar los acabados a los vaqueros y ya ha conseguido producir un 17% de su colección de este invierno ahorrando 20 millones de litros de agua.

Quienes mejor conocen el futuro de la moda, no obstante, son los investigadores que trabajan para las grandes marcas deportivas. La reciente presentación de los equipamientos diseñados por Nike para la próxima cita olímpica de Londres parecía por momentos una conferencia de ingenieros de la NASA. Sobre todo cuando se explicaban los detalles de la tecnología AeroSwift, empleada en los trajes de competición para contribuir a que los atletas de élite alcancen la máxima velocidad posible y perfeccionada tras más de 1.000 horas de pruebas en túneles de viento.

Lucina Llorente, especialista en tejidos del Museo del Traje, explica que “los tejidos inteligentes serán los grandes diferenciadores de las grandes marcas en el futuro”. Estos tejidos “combinarán las fibras naturales con polímeros de diseño en laboratorio y con la incorporación de circuitos electrónicos para proteger a los usuarios de las prendas”. Serán autolavables, autoventilables e inarrugables, y ofrecerán servicios de comunicación de gran utilidad, como la camiseta que suministra tópicamente la medicación para enfermos de diabetes. La penetración de estas innovaciones en la indumentaria del común hijo de vecino llevará su tiempo, pero será en todo caso un poco de ese tiempo uniformemente acelerado propio del planeta moda.

Texto: Emilio Calzada. Foto: Mr Toledano

Año 2022. ¿Cómo vestiremos?