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Pere Arquillué
La madurez de un genio

Esta temporada nos fascinó en Cyrano de Bergerac y nos conquistó en ¿Quién teme a Virginia Woolf? Acaba de bajarse de las tablas de La Villaroel de Barcelona con Primer Amor, de Beckett, que con toda seguridad llegará a Madrid el próximo año. Pere Arquillué es uno de esos actores por los que merece la pena (y mucho) pagar una entrada de teatro. Repasamos 15 años de cultura y teatro con él.

Vamos a empezar con un poco de autobombo. Cumplimos 15 años, díganos un piropo o mándenos un regalo. Solo puedo decir que gracias a gente como vosotros todavía tenemos la cultura que tenemos en este país. Os merecéis un abrazo de corazón y un beso enorme. Y muchos ánimos, porque es el momento en el que todos tenemos que estar ahí y hacer todo lo que podamos.

¿Cuál considera que ha sido en este tiempo uno de los principales cambios en el panorama cultural? Creo que esta tomando más protagonismo una gente joven con una nueva forma de enfocar el teatro y el microteatro. Hay savia nueva que ha entendido que el mundo esta cambiando y se ha puesto las pilas. Está rompiendo prejuicios y rutinas y encarando el hecho teatral desde un punto de vista muy orgánico, directo y fresco. Esto es bueno porque, sin perder la tradición del teatro, está bien sacarle un poco el polvo. Es de lo mejor que esta pasando en la última década junto a los autores nuevos que están surgiendo. Es una promoción de gente joven que va a dar muchas alegrías al país.

Sigamos mirando hacia atrás. ¿Qué andaba haciendo a mediados del 98 cuando sale la primera edición de El Duende? Estaba en el Teatro Nacional de Cataluña. En 1997 estábamos en la sala taller con Josep María Flotats estrenando Angels a Amèrica y un año después hicimos La Gaviota de Chèjov también dirigida por Flotats y con Nuria Espert. Así que, básicamente, estaba en Barcelona.

Díganos ese recuerdo cultural (una obra, película, disco…) qué más le ha emocionado o marcado en este tiempo. Una de las cosas que más me ha impactado en la vida fue la obra Una noche con Vittorio Gassman. Estuvo en Barcelona a mediados de los 80, yo era jovencito y fue brutal. Hacía tres pequeñas piezas: un Pirandello, un Kafka y una obrita escrita para él sobre el teatro. Esa noche entendí que el teatro es una misa laica diaria y que cuando realmente es buena, y cuesta mucho que lo sea, es muy impactante e importante.

¿Y el punto de inflexión de su carrera? Hay muchísimas cosas. Lo primero, he tenido la suerte de trabajar con grandes maestros como Nuria Espert, Rosa María Sardá o Anna Lizaran. Esto es lo más interesante que me ha pasado profesionalmente en estos años junto a los tres que estuve recorriendo Europa de San Petersburgo a Cádiz con el Lliure. Me liberó de prejuicios y abrió la mente en el sentido de volver a disfrutar de este trabajo.

¿De los directores y creadores con cuál se queda y le ha marcado más? No ha habido nadie que me marcara de una forma absoluta. La mochila que llevo ahora, que empieza a ser grande y a pesar tras 25 años de carrera, está llena de pequeñas cositas de mucha gente. Desde Sergi Belbel a Gerardo Vera, Álex Rigola, Lluïsa Cunillé... Creo que tengo la suerte de que ser de esa generación que hemos sido los primeros eslabones de esta cadena que une una manera de hacer las cosas que se termina a principios de los 90 y una generación joven que ha ido explotando estos últimos diez años.

El año pasado le vimos en Madrid con ¿Quién teme a Virginia Woolf? ¿Qué ha significado este papel para usted? Ha sido muy interesante. Lo primero por trabajar con Daniel  Veronese, porque es una obra muy interesante y porque, en Barcelona con Emma Vilarasau y en Madrid con Carmen Machi, dos grandes actrices con que no tienen nada que ver, es como si hubiera hecho dos obras diferentes. Ahora con Carmen nos vamos en otoño a hacer una minigira por España.

¿Por qué no le dieron por este papelón el Max al mejor protagonista de 2012? No lo entendemos. No lo sé. Tampoco me han nominado nunca, de las 70 obras que he interpretado habré hecho unos 50 protagonistas. Tampoco es que me preocupen los premios, aunque son bien recibidos.

Y cómo lo ve ahora (el panorama cultural). ¿Muy negro? Muy mal. Es patente y transparente que estamos viviendo un momento muy duro y culturalmente quizás más porque cuando las cosas iban bien los últimos 15 ó 20 años no se ha hecho en este país una apuesta en firme, valiente y coherente por la cultura y ahora lo estamos pagando. Pero el problema va más allá cuando te das cuentas de que se convierte en una cuestión meramente ideológica y de que no interesa o no quieren que haya cultura en la calle, una cultura viva y fresca.

Texto: Prado Campos. Foto: Primer amor (Teatro La Villarroel) ©David Ruano

Pere Arquillué: la madurez de un genio