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Loquillo, haciendo amigos

Loquillo (Barcelona, 1961), un sentimental que hace una alto en la gira de El Creyente para brindarnos un acústico sorpresa en la Manzana Mahou 330 (Palacio de 
Santa Bárbara, Madrid) como antes hicieron 
Christina Rosenvinge o Marlango.

No vino para hacer amigos pero se convirtió en la rock star que prometía en los 80, cuando comenzó a arder. La fama precede a este rocker ibérico, incombustible y con maneras de caballero que no se casa con nadie, pero pide una Mahou para empezar la entrevista.

¿Dónde tomaste tu primera Mahou? Me la pude tomar en el año 79 en Madrid, cuando vine a grabar un programa de televisión que se llamaba Aplauso y hacíamos de músicos simulados de Sleepy La Beef. Yo tocaba el piano. Es posible que me tomara una la primera vez que vine a jugar un campeonato de España, de Juveniles [cuando inició su carrera como baloncestista].

¿Eres “Creyente”? Sí, en mí. Tengo fe en el poder del trabajo, de los valores y en el oficio que hago. Y sobre todo, en el hecho de que el individuo está por encima de la masa. Esa es la fe que tengo. No servir ni gobernar.

Dices que ser creyente también es seguir tu camino, ¿cuándo descubriste el tuyo? El día que salí a la calle y todo el mundo me miraba. Tenía 16 años, medía metro noventa y me vestía de cuero. Tenía que hacer algo con eso: primero fui jugador de baloncesto y después me metí en una banda de rock.

No siempre es fácil creer en uno mismo… Uno tiene que ser su propio héroe. Esa es la máxima que recuerdo en los 80, todo era compromiso e ir juntos hacia algo. La masa siempre me ha dado miedo. El individuo cambia las cosas.

En los 70 pusiste un cartel: “Se buscan rockers para banda de rock. Abstenerse hippies”. ¿Qué buscas hoy para una banda? La que tengo es la adecuada. Una banda intergeneracional: entre el mayor y el menor hay 23 años, van de la generación de los 70 a la indie. Es un trabajo de muchos años y de madurez. Una banda de rock funciona si se saben gestionar los egos, como un equipo de baloncesto: gestionar los minutos adecuados para cada uno. Esta gira es el triunfo de una manera de trabajar y de una serie de personajes míticos: desde Jaime Stinus, leyenda de la guitarra de este país, hasta Igor Paskual, la gran esperanza blanca del rock español. El grupo se llama Loquillo pero es más un concepto musical que un frontman. Con 50 años es absurdo ser Tal y Los Cual.

Qué puedes decirnos de Feo, fuerte y formal, la banda sonora de la campaña de Mahou. Es una canción positiva en tiempos difíciles, una canción individual que habla de un sentimiento colectivo, y no es impostado.

¿Con qué la asocias? Con las primeras noches salvajes en Madrid, porque era lo que quedaba cuando abrían los primeros bares donde tomarse un botellín. Siempre terminábamos cerca del Rockola al amanecer.

¿Crees que hay una nueva generación de jóvenes airados? Espero. Si no será todo muy aburrido.

Texto: Rocío Gómez FB. Fotografía: Juan Carlos Quindós
 

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