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Miqui Otero. La arquitectura de su vida

Por Jaime Casas

Periodistas, activista, mente privilegiada y escritor. Miqui Otero es como una dinamo que genera ideas, suscita pasiones y formula puntos de vista sobre una realidad que su lado nunca deja de sorprender.

Arquitectos favoritos
Me interesa un arquitecto como Adolf Loos que reacciona con mano dura y línea recta todo el legado pero desde su estudio de Viena dorada y antigua. También me gustan esos arquitectos a los que de repente se les encarga casi renovar y dar personalidad propia a una ciudad, como sucedió con Jozé Plecnik en Lubjana, con un art noveau rarísimo y con carácter.

Construcciones universales favoritas.
Como me sucede con discos o libros, a veces me interesa más la historia que esconden. Como el Empire State Building, donde trabajaron durante años indios mohawk y gallegos (algunos de mi familia), una torre de Babel moderna sobre la que poco después se posaría (en el cine) un gorila gigante. Pero, claro, también me interesa el Románico, por ejemplo, por tantas razones que no cabrían aquí pero que me hacen volver a menudo al museo de la montaña de Montjuïc. 

Los edificios de tu vida.
La constante en mi vida, sin duda: la peineta de rayos de luz que salen desde la Montaña de Montjuic. Ese espacio casi futurista (lo iba a ser más, preguntadle a Karel Kapec) que se ideó cuando aún se creía en el futuro: para la exposición universal de 1929. También los miradores de Lisboa, con sus casas restallantes de azulejos de colores; la parte austrohúngara colosal de Budapest y también el uso para espacios de juventud de las casas semiarruinadas del periodo comunista, la casa de la aldea de mis padres, en el Valadouro, a donde voy a escribir. 

 ¿Qué lugar ha despertado de siempre tu interès?
Sin duda, y lo he reservado para la última pregunta, las Torres de Watts. Me parece una historia preciosa. Esa especie de modernismo homeless, de Sagrada Família de la voluntad popular. Un inmigrante italiano que aprovecha un solar abandonado para levantar (como levantaban los inmigrantes hace tiempo sus casas) unas torres monumentales con desechos.

Los relatos que oculta: los niños que van y le ofrecen trozos de cristal que son como diamantes al sol, latas de refresco, piedras encontradas… y que él, Simon Rodia, incrusta en el conjunto. Una historia preciosa de obsesión ciega, de Hazlo Tú Mismo con la colaboración de los que se sienten atraídos  por el misterio que genera la pasión de una persona.

¿Puedes adelantarnos algo sobre tu próximo libro? 
El terreno de juego será el Raval, ex Barrio chino, durante mi década de los 20 (años) y el pistoletazo de salida, días después de la inauguración de su Rambla, que convirtió ese barrio en otra cosa bien diferente de la que yo veía con ojos alucinados cuando era pequeño: juego de pisos en venta, inmigrantes de muchos colores, un disco perdido y misterioso, novelas de formación y de deformación…

BOA MISTURA. La arquitectura de sus vidas

La arquitectura de Miqui Otero: El Empire State y la casa de su aldea