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DAVID STEWART. Pasión por el objetivo

Por Inés Granha. Fotografía: David stewart, 'man in sea fish'

Dice David Stewart (Lancaster, 1958) que su éxito no ha dependido de sus habilidades técnicas, sino de la pasión que le pone a su trabajo. Este polifacético fotógrafo, que ha desplegado su talento por la publicidad y el cine (ha estado nominado a un BAFTA), empezó a usar la cámara para inmortalizar a sus ídolos del punk. Hoy nos ofrece imágenes coloristas e irónicas, muy a lo Wes Anderson, de la sociedad.

Requisitos para una buena foto. Hay fotos que parece que se crean solo para ser alvapantallas, de elemento decorativo. Nacen de una exigencia puramente estética, y aunque eso me parece suficiente compromiso artístico, yo creo que lo ideal es que las fotografías cuenten una historia, porque así se involucrará al espectador. No solo lo atraeremos, sino que le suscitaremos un pensamiento.

Sus fotos son inquietantes. Sí. Todo parece normal en ellas al principio, hasta que algo te llama la atención. Entonces, pasas a un segundo nivel de lectura. Piensas en lo que ves, fabulas sobre lo que te transmite la enigmática escena. Y lo que a ti te transmite no tiene por qué ser lo mismo que lo que le transmite a los demás.

Me encanta que mis escenarios desaten impresiones distintas en las diversas personas que los ven. Me reafirma en la idea de que casi todo en esta vida es interpretable. Y no creas que tengo que desbarrar demasiado para que se me ocurran las fotos que se me ocurren, basta dar un paseo y echar un ojo a lo que me rodea. El mundo es un disparate, no hay nada más extraño que la vida real. Sobre todo la de Reino Unido. 

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No obstante, empezó su carrera en los años 70, fotografiando bandas como Los Ramones y The Clash en sus locales de ensayo. Aún no sabía nada de foto, lo movía su pasión por el punk. En efecto. Era la eclosión del punk. Yo no tenía ni idea de fotografía, pero me enteraba de dónde ensayaban estos grupos, que ya estaban convirtiéndose en mitos.

Era un momento único, mágico, y muy importante para mí. Yo lo sentía así, estaba entusiasmado, y quería capturarlo. Aquello que hacía eran retratos, aunque en la elección del enfoque ya aportaba algo personal. Con los años, he aprendido mucha técnica fotográfica y he invertido el proceso: sigo observando, pero ahora ideo escenas, las creo y las fotografío.

Escenas que, a menudo, tienen un contenido social. En su trabajo 'Fogeys' -portada de esta edición de El Duende-, retrata a hombres y mujeres mayores. Por él le concedieron la medalla de plata del Art Directors Club de Nueva York.

Ese trabajo fue una reacción personal contra las imágenes que proliferan de la tercera edad. A ese colectivo siempre nos lo muestran triste, solitario, miserable… ¡La mayoría de las veces, las fotos son en blanco y negro! No es así como yo los veo. Por eso quise ofrecer un enfoque opuesto, con una paleta de colores infantiles y pastel, unas escenas que destilan la irreverencia del humor inglés, para que el espectador no reciba una bofetada de vejez y pesimismo.

Y, en 2013, dedicó otro de sus proyectos, 'Teenage Pre-occupation', a esa otra etapa de la vida en la que las hormonas están revolucionadas: la adolescencia. Vivo rodeado de gente de esa edad, como mis hijos y sus amigos. Y me han hecho consciente de que los hábitos de los adolescentes de cada época de la Historia revelan mucho de esa época y su cultura.

Por eso he querido analizarlos y dar mi punto de vista sobre ellos, porque son personas muy influenciables y sin gran capacidad crítica, y reflejan qué valores se priorizan en una sociedad. La idea surgió de mi trabajo previo, costumbrista, sobre las familiares. La verdad es que todos mis trabajos ofrecen mi visión personal de un fenómeno, y se desprenden de mi proyecto precedente.

La creatividad. Hay gente que nace creativa, pero también es una virtud que se puede adquirir con voluntad y una mente abierta. Y ayuda mucho que le pongas pasión a lo que haces.

La fotografía publicitaria. Creo que, debido a la economía globalizada, el marketing se ha convertido en algo gris, impersonal, y no permite que destaquen la idiosincrasia y las particularidades productivas de cada país, porque todo se enfoca globalmente. Para colmo, todos los contenidos tienen que ser mojigatos, inofensivos, políticamente correctos y saludables.

Por otro lado, las campañas publicitarias son tan limitadas en imágenes que una sola foto da vueltas por todos los medios y la red, causando una insoportable saturación. Y una cosa más, esta respecto a los procesos de elaboración de las campañas: hay tantas personas involucradas y opinando, y se manejan unos plazos tan breves, que el trabajo se complica innecesariamente.  

De fotos punk a retratar al imserso