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'Adrianistas' de la mesa redonda
 
Por Bárbara Vidal Munera
 
La sencilla búsqueda en Google del binomio 'ferran adrià' + 'icono' da como resultado la friolera de 59.000 resultados y el primero es una frase rotunda del propio Adrià: 'Soy un icono'. He aquí unas cuantas opiniones profesionales que lo reafirman. Pero, ¿cuál es ese 'no sé qué, qué sé yo', que ha hecho ponerse en pie a los gastrósofos de todo el planeta? ¿Qué ha hecho para ser portada de The New York Times Magazine, Le Monde y TIME y para ser destacado como 'una de las 100 personalidades más influyentes del mundo?'
 
El cocinero Pepe Solla, del Atlántico-Casa de Petiscos, Madrid, lo tiene claro: 'En la historia hay muy pocas personas que sean capaces de cambiar las normas y reglas establecidas, de restablecer un nuevo orden, de abrir caminos, de generar tendencias en todos los campos. No se trata de que un arquitecto haga un edificio espectacular que todo el mundo quiera visitar, se trata de inventar el arco que soporta su peso, de descubrir una nueva forma de construir. Ferran es esa persona en la cocina, es la persona que ha abierto más puertas que nadie hasta ahora, incluso en otros campos aparentemente ajenos a ella'.
 
Así es, también, para Juanjo López (La Tasquita de Enfrente, Madrid) para quien Adrià 'ha revolucionado el concepto preestablecido de la cocina, marcando un antes y un después con su trabajo apoyándose en tres pilares: el Arte, la Ciencia y el Juego'. Juanjo remarca además una característica que no siempre acompaña a los genios modernos, su humildad, 'es un abanderado de la vanguardia pero, sobre todo, una gran persona en la que destaca su generosidad en la cocina'.
 
La gran Carme Ruscalleda (Sant Pau-Sant Pol de Mar, Sant Pau-Tokio, Moments BCN) reconoció al maestro, recuerda, 'mucho antes de sentir la fuerza que empuja a los emprendedores a montar su propio negocio, pero ya estaba ahí ese brillo en los ojos'. 'Ferran, con Juli Soler, tomaron la dirección de uno de los restaurantes más innovadores de los 80 y añadieron una creatividad conceptual y técnica que cambió totalmente el curso y la mentalidad de la cocina gastronómica del mundo entero', reconoce orgullosa Carme. 'A menudo comento qué suerte tenemos de ser coetáneos personal y profesionalmente, de su genialidad irrepetible'.
 
El cocinero Nino Redruello, de La Gabinoteca (Madrid), estuvo en la cocina de El Bulli en 2002, 'un año especial porque se hizo una retrospectiva y cocinamos en 6 meses toda la historia del restaurante'. Allí descubrió 'la constante obsesión de Ferran por la perfección, pero su propio concepto de perfección, claro' y aprendió de 'un trabajador constante, infatigable, ilusionado a diario con cada pequeño detalle, con un motor interno incansable y una fuerza bestial'. Esto, la perseverancia, la obsesión, es lo que le  ha llevado a dar de comer de una manera distinta a lo que se había hecho antes. 'Él cambió el enfoque de lo que ocurría en un restaurante, veía la visita al Bulli como una experiencia divertida, ilusionante, explosiva, cambió la idea de que a los restaurantes solo ibas a comer bien y punto', añade Redruello.
 
'Yo oigo el nombre de Ferran Adrià y pienso en la palabra LIBERTAD', nos dice Nacho Manzano, de Casa Marcial en Asturias. Manzano conoció a Ferran en 1996, en unas jornadas gastronómicas, al poco tiempo Adrià 'sacó el libro El Sabor del Mediterráneo y fue un milagro para los cocineros', reconoce 'y a mí me aportó libertad, como decía, seguridad para romper con lo establecido, ese es el gran valor de su cocina'.
 
María Marte, chef de El Club Allard (Madrid) ve en Adrià 'pura inspiración, respeto y trabajo'. Detrás de cada cosa que hace hay, nos dice 'una auténtica revolución del proceso de creación gastronómico en sí mismo'. 'Ha sido siempre una fuente de conocimiento para mí, me hace ver de otra forma el producto, las posibilidades que tiene y cómo transformarlo'. Ver de otra forma, ver el futuro, transformarlo, compartirlo, reescribir historias, abrir caminos, emborracharse, comerse el mundo, es lo que hace un icono de la cultura y el mejor cocinero del mundo. 
 

Ilustración de CacheteJack

Nuria Bellver (Torrent, Valencia, 1988) y Raquel Fanjul (Alcañiz, Teruel, 1988) son Cachete Jack. Ambas reconocen ser más de la abundancia de un  arroz caldoso con bogavante que de vanguardia minimalista. Y que no siguen 'recetas' para enfrentarse a un encargo: 'todo es un equilibrio entre tu caos y tu orden. Depende de cómo esté tu mente esa semana'.  En breve viajan a la feria de ilustración londinense Elcaf, donde expondrán sus nuevas ilustraciones y risografías. Tienen entre manos dos libros, uno será 'un bombardeo de 64 imágenes con humor que resume los tópicos españoles (editorialApa apa), y otro dedicado a explicar las vanguardias artísticas de un modo divertido y lúdico'. 

'Adrianistas' de la mesa redonda