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¿Adónde se dirige una mujer cuando tiene problemas?

Por Patricio Pron

Este artículo es la respuesta a la propuesta de El Duende de escribir sobre un personaje femenino icónico de esta generación.

1Uno de los relatos más hermosos que he leído en mi vida se titula 'Breathing Jesus' y su protagonista es una mujer que inserta una moneda de veinticinco céntimos de dólar en una máquina para que un muñeco a tamaño natural de Jesús le respire unos instantes en el rostro.

No hay nada de hermoso en la situación, por supuesto: el muñeco es sólo una más de las atracciones de una feria recorrida por ociosos y aburridos; su milagro es banal, un artificio mecánico y mediocre revestido de kitsch religioso.

De la belleza de la mujer, por otra parte, no hay ni rastro; es como todas las otras mujeres de los relatos de Amy Hempel: lúcida, sensible, locuaz y a la vez lacónica; su vecino la ha dejado al cuidado de su perra y la perra se ha perdido y posiblemente haya muerto, y la mujer se dirige a la feria para que el Jesús mecánico le eche su aliento en el rostro y para respirar junto con él y pedirle que la perra vuelva. «Uno tiene que creer que las cosas irán bien», dice, y agrega: «yo no lo creo, pero hay que hacerlo». Absurda, milagrosamente, la perra regresa.

2. ¿Adónde se dirige una mujer cuando tiene problemas? Una parte considerable de las batallas libradas en los últimos dos siglos no sólo por las mujeres ha tenido como objetivo que ese lugar exista; pero esas batallas nunca se ganan por completo, y, al margen de los progresos realizados, la de que exista algo más que el consuelo comienza una y otra vez cuando a una mujer se la despoja de sus derechos, se la violenta, se la estigmatiza o se la humilla.

«Había lecciones para aprender donde quiera que mirases, lo que no significa que esas lecciones hayan sido aprendidas», sostiene la protagonista de otro cuento de Hempel; una parte importante de la literatura de los últimos doscientos años —a veces silenciada, casi siempre omitida pero incluso así triunfante a su manera y fundamental para quienes somos sus lectores— está destinada a enseñarnos una de esas lecciones, que ser mujer no consiste sencillamente en una elección de ropa interior y que vivir aquí y ahora como mujer —y en todas las épocas y todos los lugares, pero también aquí y ahora— requiere algo más que el consuelo que ofrece el aliento mecánico de un Jesús de pacotilla.

Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Jean Rhys, Susan Sontag, Renata Adler, Camille Paglia, Alison Bechdel, Elizabeth Strout, Alice Munro, Chimamanda Ngozi Adichie, Amy Hempel. No sólo son autoras feministas: todas ellas ponen de manifiesto que la literatura ha sido durante siglos el ámbito de intervención escogido por algunas mujeres —el campo de batalla, podría decirse— para la adquisición de unos derechos que nunca están completamente adquiridos, que se recuperan diaria y dificultosamente.

Para muchas mujeres, la literatura ha sido, y sigue siendo, el único lugar al que ir cuando se tienen problemas, el sitio donde buscar reparación pero también razones para seguir adelante. «Cuéntame cosas que no me importe olvidar», pide la protagonista de otro de los relatos de Hempel, pero a esto es preferible no olvidarlo.  

Patricio Pron es escritor y autor de
No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Random House)

¿Adónde se dirige una mujer en problemas?