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Los trampantojos de Tim Macpherson
 
Por Paloma F. Fidalgo · Foto: Tim Macpherson
 
Antes de trabajar en publicidad, Tim Macpherson, comenzó siendo fotoperiodista en cabeceras como GQ o Sunday Times. 'No era bueno, necesito controlar los procesos, no improviso bien', cuenta. Suya es la foto de nuestra portada.
 
¿Cuál es la historia tras la foto que nos has cedido? La hice en Miami. Siempre me ha fascinado Estados Unidos y la influencia que tiene en nuestra cultura, para bien y para mal. En este caso, quería reflejar el cliché que tenemos de la costa de Florida: sus playas, su dinero, excesos, extravagancias… Viajé allí por trabajo, y pasamos un par de semanas localizando (buscando emplazamientos para hacer la foto), y haciendo castings. Hasta que encontramos esta casa de diseño, el hábitat natural de ese perfil de acaudalado de avanzada edad que quiere ser moderno y cool, en contraste con el deterioro propio de sus años y su grotesca imagen en bañador. Fotógrafos como Andy Sweet o Martin Parr me influyeron mucho en esta imagen. 
 
Has trabajado en campañas vinculadas a causas sociales, por ejemplo, sobre el autismo o los embarazos de adolescentes. ¿La fotografía es especialmente efectiva para transmitir estos mensajes? Creo que sí. Trabajar en publicidad es, por naturaleza, una actividad autoindulgente, y cualquier oportunidad de devolver al público algo de todo lo que da me resulta muy valiosa. Me gusta, además, hacer de estas campañas algo particularmente creativo y arriesgado, para que llamen mucho la atención. La agencia con la que hice el trabajo de los niños embarazados quería las fotos en un estudio, pero me pareció más interesante y realista hacerlo en la calle. Al final, hicimos los retratos en Barcelona.
 
Y fueron un bombazo… Se han utilizado en tres ciudades de EEUU y, según algunos estudios, han caído el 27% en los embarazos de adolescentes que se ha registrado en Nueva York. En Chicago al parecer hubo polémica, a la gente le parecieron irreverentes las imágenes, cosa que supuso que la campaña tuviera aún más repercusión en la prensa.
 
Tienes fotos muy divertidas de niños, esquiando o buceando en el sofá. ¿Hay que mantener ese universo inocente de la infancia? Esas fotos, de hecho, constituyen una reflexión que parte de mi infancia, cuando pasé mucho tiempo construyendo mundos imaginarios a partir de todo lo que tenía a mano. Pasaba horas en mi dormitorio haciendo aviones y naves espaciales con rollos de papel higiénico o trozos de plástico. La clave de estas imágenes era hacerlas creíbles, sin que parecieran demasiado retocadas, y con los niños totalmente absortos, materializando lo que les pasaba por la cabeza. Hizo falta mucho trabajo de preproducción, pero finalmente la sesión fue divertida. Yo, a medida que envejezco, me vuelvo más sofisticado en mis creaciones, pero intento mantener la emoción y un universo propio e imaginativo.
 
Dices que construyes retratos. Para mí, un retrato es una idea, no es la captura de un momento, como el 'momento decisivo' de Cartier Bresson. Quiero mostrar una parte de la personalidad de alguien, pero siempre será una realidad falsa, construida. Y me encanta enganchar al espectador con algo sutil, para que se interese en saber más. ¿Quién es esta persona? ¿Qué está haciendo? Quiero que tenga que observar la imagen un rato para detectar de qué se trata. Y esa sutileza es muy difícil de lograr.   
 

Los trampantojos de Tim Macpherson