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jose m gallardo y jero (the sunday drivers)

1995. Ya no estoy solo

Cuando me lo contaron no daba crédito. ¿Sabes que The Charlatans, Jesús & Mary Chain y Ride van a tocar en Benicàssim? Días después comprobé en unos carteles pegados en la puerta del Maravillas que era cierto. Era la primera edición del festival, organizado por la misma sala donde pasaba los fines de semana, la revista Spiral y el sello Elefant. Me acerqué a la barra y compré mi entrada. Ocho mil pesetas invertidas con convicción. Treinta bandas en un cartel de tres días en un único escenario, de muchas era fan y excepto a algunos de los grupos españoles (Australian Blonde, La Buena Vida o Le Mans) y a The Charlatans, era la primera vez, también la última, que vería a la mayoría de ellos. En Madrid había gente a la que le gustaba esa música y nos informábamos por Radio 3, Rockdelux o Spiral -todos hablaban con esperanzadores términos del Xixón o el Donosti Sound- aunque luego cuando había un concierto, asistíamos cuatro tarados. No creía que hubiera gente fuera de mi ciudad a la que le interesara esto.
Durante el primer fin de semana de agosto me planté en Benicàssim con unos amigos a los que engañé -la mayoría nunca volvieron- a probar una dosis de sol, desierto y mar. La pasión por la música en directo hacía superar los inconvenientes. Dormir en las calles y playas de una ciudad tomada por seres deambulando -ese año la zona de acampada era inhumana-, acabó en una extraña sensación de comunión. Al final Jesus & Mary Chain no actuaron, lo agradecí porque les sustituyeron Mega City Four que hicieron un concierto soberbio. Me convertí en un fiber entregado junto a unas 8000 personas venidas de los rincones más variopintos del país. Conocí a J de Los Planetas tras un concierto marcado por los retrasos y su desidia habitual, a Alex de Los Flechazos, contundentes con su pop en technicolor, y a Amelia y su hermano Matthew (quien por desgracia se suicidaría tiempo después) de Heavenly, que triunfaron con su espontaneidad y pop divertido. Volé por encima del público en la enérgica actuación de Echobelly. Me enteré que Automatics eran de Linares y no de Manchester tras un fabuloso concierto con el velódromo copado. Confirmé que mi novia se convertiría en mi ex al enrollarse con un tío con camiseta de Superman durante el vibrante concierto de Carter USM. Me quedé dormido, derrotado y mecido con la envolvente música de Cranes y simplemente fue mágico escuchar en directo el Twisterella de Ride, la química que The Pastels transmitieron con su pop descompasado y la gran actuación de The Wedding Present antes de que David Gedge montara Cinerama. Todo era nuevo, intenso e ingenuo, todo era trascendente, placentero y doloroso. Si la excusa y la razón son la música que crea esas sensaciones, la música es la vida y el FIB Heineken se convertiría desde entonces en una razón para celebrarla.

Txt: José M Gallardo
En foto: José M Gallardo y Jero (The Sunday Drivers)

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1995. Ya no estoy solo