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Cheek by Jowl

Mejor, cuanto más cerca

El acuerdo que firmó con el Teatro Español ya nos permitió disfrutar de sus versiones de Cimbelino y Macbeth. Ahora, Cheek by Jowl, la mítica compañía británica que capitanean el director Declan Donnellan (ganador de varios Laurence Olivier) y el escenógrafo Nick Ormerod, nos trae otra de sus provocadoras adaptaciones de un clásico: Lástima que sea una puta, una tragedia jacobina de John Ford sobre el incesto que le han aplaudido con ganas en el Barbican de Londres. Además, acaba de publicarse en España El actor y la diana, un manual de Donnellan ensalzadísimo por Peter Brook.

¿Por qué recuperar Lástima que sea una puta? Porque es muy buena y porque nuestro trabajo aborda la vida: no queremos enseñar nada ni ser buenos ni malos, queremos celebrar la vida, y los buenos textos están llenos de ella. Aunque mientras investigamos su temática, nos afecta el Zetigeist, lo que ocurre ahí fuera. Me intriga el origen del incesto. En esta pieza, el personaje de Giovanni repite que su acto incestuoso es revolucionario: "Soy una persona especial, no tengo por qué vivir según normas de otros. Puedo acostarme con mi hermana". Tenemos asumido que hay que abandonar la familia de origen para mantener relaciones sexuales, pero también podríamos preguntarnos por qué lo hacemos. Es un tema muy importante vinculado a la supervivencia. Nos han inculcado un sentido de la privacidad saludable: a nadie le gusta que venga su madre a traerle el desayuno a la cama después de haber mantenido una relación sexual.

¿Aún hoy existen tabúes sobre sexo? Más que nunca, creo. De acuerdo con una encuesta que publicó recientemente un conocido periódico, mucha gente no tendría inconveniente en que se emitieran contenidos eróticos en la tele a las nueve de la mañana, ¡siempre que los involucrados estuvieran depilados y fueran guapos! Existen muchos tabúes cuya vigencia ni siquiera admitimos; son distintos a los del pasado, y solo nos fijamos en aquellos. El tabú del incesto está, aparentemente, muy enraizado, me atrevo a pensar que porque descendemos de los animales; un día, de pronto, a alguien le dio asco vivir entre su propia mierda, y aquello trascendió como la higiene, y otro día, a alguien le dio asco acostarse con su propia madre. Varía en función de la cultura, pero está presente.

¿Cómo ha cambiado el teatro desde que su compañía arrancó en 1981? En lo esencial no ha cambiado, porque no puede cambiar; el teatro habla de la vida, y así se vincula a la gente. Hay cosas que han empeorado, como que a veces no está bien subvencionado, que los actores jóvenes se sienten más atraídos por la televisión y el cine que hace treinta años y por tanto es más difícil crear un grupo teatral, y que la gente tiene más distracciones. Pero también hay mejoras: hay compañías haciendo un teatro excelente y a la gente le apetece compartir una experiencia con otros humanos, sentir su proximidad, porque es algo que ni los ordenadores, ni la televisión ni el cine pueden reemplazar, y el hombre siempre necesitará la interacción con el hombre. En este sentido, creo que el teatro tiene una importancia creciente.

¿Le gustaría que Cheek by Jowl se perpetuara como los clásicos? No, no tengo esas ambiciones. Lo que quiero es que lo que vengas a ver esté lleno de vida y que compartamos un sacramento. Me importa el presente, aunque por supuesto tengamos responsabilidades por las consecuencias futuras de lo que hagamos ahora.

A menudo, en sus obras la escenografía es minimalista. En teatro, ¿menos es más? No necesariamente. Sí hemos hecho cosas con una escenografía rica en elementos y un vestuario elaborado, porque depende de lo que quede mejor. La verdad es que no creo que haya reglas en torno al teatro. Es cuestión de prioridades, solo que nos cuesta priorizar, porque los políticos, los banqueros, etc. nos dicen que podemos tenerlo todo a la vez. Yo priorizo, para mí lo más importante es que la obra esté viva. Lo demás viene después.

¿Tiene un escenario favorito? La verdad es que no. España nos emociona, nuestra primera salida internacional fue a Almagro, creo que en 1984. Nos gusta venir a Madrid y tomar algo en la Plaza de Santa Ana...

¿Y cómo sería su escenario ideal? No me paro a imaginármelo. Cuando escojo la obra y a los actores, muchas de las decisiones están tomadas. Muchos arquitectos hacen sus peores trabajos cuando tienen libertad para escoger su emplazamiento. Y otros han reformado maravillosos teatros y, por ejemplo, ¡les han quitado las ventanas a las salas de ensayo! No creo que ayude fantasear con un lugar ideal donde representar. Como en las relaciones humanas, cuando trabajas con alguien no deberías ponerte a pensar cómo podría ser el otro, sino descubrir cómo es, ¡y cómo eres tú!

 

Texto: Marta Javaloys. En la foto: Lydia Wilson y Jack Gordon. Foto: Manuel Harlan

 

Lástima que sea una puta.Naves del Español, Matadero (Paseo de la Chopera, 14). Del 11 al 21 de abril. El actor y la diana. esditado por Ed. Fundamentos

Cheek by Jowl, mejor cuanto más cerca.