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Fotograma de la obra La Mujer Por Fuerza

Modernidad de hace cuatro siglos

“Subsistir bajo una dominación te hace estudiar las posibilidades de cómo quitarte de encima esa losa”. La frase es de José Maya, director de una obra de Tirso de Molina desempolvada tras 400 años de olvido pero de radical modernidad: La mujer por fuerza. En ella, una mujer se disfraza de hombre con el objetivo de entrar al servicio de un conde al que sólo ha visto a través de una celosía porque su propio hermano la tiene secuestrada y oculta del mundo. La protagonista es Finea “una mujer revolucionaria, antes que libre, una mujer sometida que decide utilizar como arma de liberación las propias normas que la asfixian”.

El teatro del siglo XVII está lleno de mujeres que se salen de la norma y, sobre todo, de mujeres disfrazadas. Lope y Shakespeare las utilizaban con frecuencia para mostrar una feminidad rebelde, pero que habitualmente volvía al redil. En cambio el fraile Tirso de Molina dibujó hace 400 años un personaje apasionante con el que Tirso “desenmascara las normas absurdas y represivas de la religión católica” en palabras de Maya. Pero según Beatriz Ortega, la intérprete que da vida a Finea en esta obra puesta en pie en la apasionante sala La Guindalera, va incluso más allá: “Tirso es doblemente trasgresor porque denuncia una infraestructura social que se nos impone a hombres y a mujeres, pero lo hace poniendo de protagonista a una mujer disfrazada, lo que para su época es una ruptura aún mayor”

La opresión siempre genera una resistencia y unos comportamientos propias tanto en los dominantes como en los dominados. Así, mientras que Finea “tiene la fuerza del cambio porque tiene la fuerza de una ilusión, del amor por un hombre que llena de luz una vida en gris”, el conde al que pretende seducir se achica hasta límites insospechados cuando le acusan en falso de secuestrar y violar a una supuestamente desaparecida Finea. “El problema es que el hombre, tanto en la época de Tirso como en la nuestra, comenta el director de la obra, está mucho más perdido y es mucho más hipócrita que la mujer. El yo social, lo que se espera de nosotros, se impone al yo real mucho más en el hombre que en la mujer”. Una visión, que es en cambio matizada por la “parte femenina” del reparto. Para la protagonista, “hombres y mujeres seguimos siendo presa de nosotros mismos y la libertad no existe tal y como la entendemos habitualmente. Todos estamos presionados, pero lo que nos diferencia es la forma en la que hombres y mujeres reaccionan. El hombre tiende a descolocarse cuando la mujer afirma su posición”.

En todo este arco de emociones y reacciones al entorno Mujer por fuerza muestra de nuevo su modernidad porque Finea al igual que las mujeres del siglo XXI “responde de forma transgresora a desafíos más fuertes que los hombres, pero aún así no ha conseguido desprenderse de la mirada de los demás” indica Ortega. Y es que como pasa también en la vida real queda mucho camino por recorrer y el final de la obra  no es necesariamente  ser liberador ni feliz, pero sí apunta una de las aportaciones que José Maya más le debe el progreso social a la mujer: “consigan lo que consigan ya es un logro el provocar que los demás se cuestionen que algo está pasando, que algo debe cambiar”.

Txt: Por Luis Pérez Gil

 

La mujer por fuerza
GUINDALERA

C/ Martínez Izquierdo 20 / del 21 de mayo al 28 de junio

La Mujer por Fuerza